La máxima que dice que cuando algo empieza mal puede empeorar, cae como anillo al dedo a la ciudad de Bogotá y a sus habitantes. Estamos inmersos tal vez en la más caótica (y sin rumbo) administración de la ciudad de los últimos años.
Recordemos que en las elecciones de alcalde mayor teníamos la opción de cuatro muy distintas alternativas de candidatos para escoger, una de las cuales, la menos votada, era la persona más preparada y con más conocimiento de la ciudad. La ganadora terminó siendo la más mediática y conocida, pero con menos experiencia administrativa y eso sí, con un sesgo ideológico hacia la izquierda y un resentimiento que hoy en día nos duele.
Sabemos que administrar Bogotá no es un tema sencillo. Menos bajo el ataque de la pandemia. Pero también lo es la falta de criterio para tomar decisiones y el incumplimiento del plan de gobierno sobre el cual se hizo elegir.
De Bogotá depende hoy casi el 30% del PIB del país, por lo tanto, su sanidad económica y de su empresariado es fundamental. Los cierres indiscriminados, la falta de criterio frente al manejo del sector privado como los grandes generadores del empleo de la capital generaron la quiebra de más de 30.000 empresas y un aumento del desempleo de más de 10 puntos pasando del 8,5% a niveles del 18%. Generar las condiciones de seguridad para que los comerciantes y empresarios creen empleos deberían ser la mejor política pública.
El mal manejo de la seguridad, empezando con su mala relación con la fuerza pública que ella dirige, a la cual trata de manera despectiva y arbitraria frente a como trata a los pelaos de su corazón, a los vándalos y a las marchas violentas que nos han azotado durante el último año.
Sus pocos conocimientos financieros y de gestión ha tratado de suplirlos con su manejo mediático y utilizando la prensa para llamar la atención con arengas y contestaciones populistas a sus detractores, la última decir que no importaban los daños en rines de los carros de lujo por cuenta del mal estado de la malla vial a cambio de entregar subsidios a las personas que se encuentran en mala situación económica. Es claro que ella no ha entendido el proverbio que dice que enseñar a pescar es mejor que regalar pescado.
Vale la pena recordarle a la alcaldesa que el presupuesto de la ciudad no se maneja como una tienda, que existen recursos con destinación específica y que se deben utilizar, y que las obras públicas de infraestructura son grandes generadores de empleos. Arreglar las vías y hacer obras son un buen negocio.
Ella, que se comprometió en su campaña y habla fuerte en contra de la corrupción y a favor de la meritocracia ha hecho totalmente lo contrario. Hoy en día los nombramientos más importantes han sido a dedo y no propiamente a las personas más preparadas para los cargos. Adicionalmente el manejo reprochable de recursos para el manejo de publicidad a medios de comunicación en aras de su imagen debe ser vigilado por los entes de control.
Debo recordar que por razones todavía inciertas el Registrador Nacional del Estado Civil y el Ministerio de Salud hicieron todo lo posible para que la revocatoria de mandato no se llevara a cabo, demorando la entrega de los formularios. De hecho, la revocatoria que sigue viva todavía, no ha podido empezar a recoger firmas. Debemos entonces los ciudadanos hacer mucha presión para que la alcaldesa gobierne para todos, cumpla con su plan de gobierno y le baje a la politiquería.
Publicado: agosto 2 de 2021
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