Al final: ni patria ni socialismo, solo muerte

Al final: ni patria ni socialismo, solo muerte

El fraude más antiguo de nuestros tiempos presentes consiste en creer que lo que hoy se denomina la izquierda política y todo lo que representa es el partido de los pobres y los oprimidos.

La frase anterior, se le atribuye a Thomas Sowell economista y teórico social norteamericano de Carolina Norte, con un Magna Cum Laude de la Universidad de Harvard, que al momento de pronunciarla causó estupor dentro del sector académico tradicional norteamericano con fuerte tendencia a lo que hoy se conoce como el estudio de la economía social.

En su escrito introductorio A Conflict of Visions, Sowell planteó que las visiones son indispensables pero peligrosas, precisamente, porque tendemos a confundirlas con la realidad. Aquello de lo cual se prescinde deliberadamente quizá resulte no ser prescindible cuando se mida sus efectos sobre sus resultados. Esto requiere de sucesivas verificaciones.

La anterior introducción, para comentar que sorpresivamente hemos visto durante la semana del 12 al 18 de julio de los presentes el cómo los cubanos (as) salieron a las calles en todas las ciudades de la isla para exigir algo tan simple y tan complejo a la vez, como lo es la libertad.

56 años después del ingreso de Fidel Castro a La Habana con su puro en la boca al lado del sanguinario Ché Guevara, los jóvenes cubanos de hoy conectados con su dura realidad no necesitan de numerosas verificaciones para comprobar que el Socialismo y el Comunismo como doctrinas económicas, sociales, son un verdadero fracaso.

Para corroborar la anterior afirmación, contrario a lo planteado por Sowell, no se necesitan de demasiadas verificaciones. Basta con preguntarle a un (a), cubano (a).

Resulta curioso, por lo demás, que el socialismo en sus diferentes formas de lucha dejara a Cuba sin azúcar, ni tabaco, a Venezuela sin Petróleo, ni ganadería, a la Argentina sin soya, ni cereales.

Una vez derrocado el régimen comunista pro soviético post segunda guerra mundial con la caída del muro de Berlín, algunos teóricos como Mayers esbozaron la teoría del colapso del socialismo real.

Casi 62 años después de la llegada de Fidel Castro al poder, le tocó el turno a los cubanos quienes envueltos en su miseria salen a las calles con una dignidad impredecible diciendo que no, que no tenemos miedo, recordando al papa Juan Pablo II: «No tengáis miedo».

Y, nos falta ver a los nicaragüenses, ese pobre pueblo olvidado de la mano del déspota de Ortega y su señora, fanática de la santería y el oscurantismo.

Hablando del oscurantismo, se recomienda como lectura complementaria: Cuba, debería ser un paraíso de Román Orozco corresponsal de Cambio 16, un experimento mediático fallido de Gabriel García Márquez, gran amigo personal de Fidel Castro y de todos los regímenes comunistas, socialistas de la región latinoamericana durante el siglo XX.

Orozco, comentó que: “Doscientos setenta bubalawos se reunieron en el barrio 10 de octubre de La Habana los días 30 y 31 de diciembre de 1990 y el 1 de enero de 1991. Cuando los sacerdotes de Ifá terminaron su congreso, muchos de ellos llevaban señales de preocupación.

La palabra de los sagrados orishas para el naciente año era Oruranniko, que quiere decir en lengua yoruba: «Pérdida de estabilidad” (Orozco, presenta todo un capítulo sobre la santería en la isla).

El oscurantismo y la santería fueron y son determinantes para sostener a Fidel y su régimen; de la misma manera que Chávez fue un alumno aventajado; al igual que Ortega y su oscura y tenebrosa señora, ella sí la decana de la santería; y al régimen de Haití.

Al igual que las santeras venezolanas que descubrieron el otro día durante las violentas protestas en Bogotá, más exactamente en la localidad Fontibón.

Pareciera que la perdida de estabilidad del oprobioso régimen cubano estuviera tomando un rumbo incierto y definitorio de tal forma que Raúl Castro, como buen cobarde y déspota y tirano socialista lo primero que hizo fue salir corriendo para Caracas a pedirle ayuda al buen hombre de Nicolás Maduro.

Mientras tanto: En Bogotá realizan una manifestación al frente de la embajada cubana, con banderas del partido comunista colombiano, pero a favor del régimen de La Habana… Así estamos.

El silencio cómplice y la doble moral de la izquierda política y la derechita cobarde colombiana frente al colapso real de la revolución de Fidel.

De su revolución.

Al final, ni patria ni socialismo… solo muerte.

Puntilla: Doña Claudia y su foulard, si usted se baja en la estación de los Héroes su primera acción como alcaldesa de todos los bogotanos (as), debería ser limpiar la estación junto con el monumento, junto con el centro comercial, por aquello que Bogotá se respeta. Pero tranquila, los héroes de nuestra patria pueden esperar.

Rafael Gómez Martínez

Publicado: agosto 10 de 2021

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