En un año se instala un nuevo periodo constitucional del Congreso de la República (2022 – 2026), el cual, por los precedentes que hemos vivido, deberá debatir y votar sin excusa alguna las transformaciones que la ciudadanía viene exigiendo. Pero también, podría ser la última posesión por escasos meses de los últimos congresistas elegidos democráticamente de ganar Gustavo Petro la elección presidencial.
El congreso es el “barranco de miar” de los colombianos. Lo digo porque no existe otra institución donde se descargue todas las culpas de lo que nos pasa. No pretendo ejercer una defensa de los congresistas; tenemos hechos y pruebas para llevarlos a la picota pública. Lo que me corresponde como demócrata es defender una institución fundamental para nuestra vida democrática y constitucional.
Si el congreso no funciona como queremos que funcione es fundamentalmente por no saber elegir a las personas idóneas para que nos representen en el Senado y Cámara de Representantes. En la mayoría de los casos la gente no recuerda por quién votó en las últimas elecciones. Hagan el ejercicio con su entorno más cercano y probarán mi afirmación.
El mejor espejo que puede tener una sociedad es su congreso o parlamento. El congreso está integrado por personas honorables, disciplinadas, cumplidoras de sus deberes. ¡Gente ejemplar! Pero también lo integran bandidos de la peor ralea. Si revisamos detalladamente la composición del congreso, este tiene representación de todo orígen y condición social económica, cultural, académica, religiosa, sexual… El congreso finalmente es lo que somos.
Este congreso que inicia hoy su última legislatura le tocó vivir un momento impredecible como lo fue la pandemia que alteró la tradicional y normativa forma de funcionar. Esta situación sumada a la alteración social que inició a los pocos meses de iniciar su periodo constitucional, trastornó no solo la agenda legislativa, también su independencia deliberativa, tanto, que hoy esta en riesgo la necesaria democracia representativa, porque pesa más las presiones mediáticas ejercidas desde redes sociales y medios de comunicación que el deber de debatir y votar discrecionalmente los proyectos de ley o actos legislativos así no sean de buen recibo en un sector de la opinión.
Cuando afirmo que el próximo congreso deberá debatir los grandes problemas del país como la necesaria reforma a la justicia, educación, salud, fiscalidad, sistema político, sostenibilidad ambiental, desarrollo urbano y rural, entre otras, es porque no habrá tiempo para aplazar lo que es una exigencia a gritos por parte de diferentes sectores de la sociedad, entre ellos, los que tienen diferencias abismales en materia ideológica.
Ojalá el nuevo congreso entienda que no puede seguir dedicado a insustancialidades cuando se espera de ellos es que asuman los pasivos históricos en materia legislativa y que el congreso recupere su esencia e importancia dentro de nuestro sistema republicano. Si gana Gustavo Petro, la historia de ese congreso está escrita: será revocado para darle paso a una nueva Asamblea Nacional Constituyente que gestará la constitución y el congreso de Petro, y la nueva democracia castrochavista.
Publicado: julio 20 de 2021
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