La democracia colombiana continúa sometida al vilipendio y al asedio. Hace un par de años, por cuenta de Santos, las Farc, considerado como uno de los grupos terroristas y mafiosos más peligrosos del planeta se convirtió en partido político con presencia gratuita -durante 3 cuatrienios consecutivos- en el Congreso de la República.
Gracias a esa decisión, genocidas como Antonio Lozada, Benkos Biojó, Pablo Catatumbo, Marcos Calarcá, entre otros, ocupan curules en la otrora denominada “cuna de la democracia”.
Los partidos políticos son los encargados de darle vida a la democracia. Estos, entendidos como agrupaciones que congregan a un numero determinado de ciudadanos unidos entorno a un ideario común, deben cumplir unas reglas mínimas. Como lo definen los profesores Debbasch y Daudet, estos “no constituyen una categoría jurídica propiamente dicha, sino que son una especie de asociaciones con arreglo a la ley…”.
Los requisitos para formar un partido en Colombia no son muy exigentes. Para empezar, el grupo ciudadano debe recoger un número determinado de firmas que deben ser convalidadas por la Registraduría. Así se le da vida a los denominados grupos significativos de ciudadanos.
Cuando estos grupos se presentan a una elecciones y obtienen un mínimo de votos y de representación en cuerpos colegiados, pueden acceder a la personería jurídica que da vida al partido político.
La ‘Primera Fila’ estructura delincuencial financiada y respaldada por sectores de la extrema izquierda colombiana, particularmente por el senador y autor de novelas de baja factura Gustavo Bolívar, ha dicho que quiere convertirse en partido político.
Una burla a la sociedad. Es inadmisible que un grupo de delincuentes comunes, que han asesinado a policías, que han bloqueado carreteras, que han saqueado almacenes, que han robado a cientos de miles de colombianos, cuyos cabecillas andan embozados, quiera posar como una formación legítima.
De prosperar esa iniciativa, en el futuro inmediato los carteles del narcotráfico, las pandillas, las bandas de atracadores, también querrán ser reconocidos como partidos políticos y presentar a sus cabecillas -con antifaz- como candidatos en los certámenes democráticos.
A la ‘Primera Fila’ solo le cabe un tratamiento: el propio que debe dársele a cualquier grupo ilegal. Las fuerzas del orden deben enfrentar a esos facinerosos y la justicia tiene la misión de imponer sanciones penales ejemplarizantes contra los miembros de esa banda de hampones que tanto daño le está haciendo a Colombia.
Publicado: julio 25 de 2021
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