La alcaldesa de Bogotá ha sido una perfecta incompetente en materia de seguridad ciudadana. No conoce la materia, no tiene claro el panorama y mucho menos cuenta con el equipo de profesionales idóneo. Puso como secretario de seguridad al politicastro de talla mayor, Aníbal Fernández de Soto, un burócrata redomado al servicio del santismo.
Bogotá está al borde del precipicio. La ciudad está inmersa en la peor crisis de orden público de la historia. La alcaldesa, incapaz e irracional, sistemáticamente desvía la atención insultando e inculpando a sus críticos, creyendo que así quedan superados los cuestionamientos legítimos que se le hacen a su caótica administración.
Ella es una política que actúa siguiendo los impulsos de sus vísceras y no con la ponderación y reflexión necesarísimas en el ejercicio del gobierno. El sano juicio y la serenidad son dos cualidades de las que carece la mujer que lleva las riendas de la capital de Colombia.
Temeraria y mentirosamente ha dicho que el uribismo la ha querido asesinar. La acusación es supremamente delicada, razón por la que en el término de la distancia está obligada a exhibir las pruebas que sustenten su afirmación. Y como no las tiene, deberá retractarse, ofrecer excusas públicas o de lo contrario asumir las consecuencias penales de tal aseveración.
La vida en democracia exige altura, algo que es imposible esperar de la alcaldesa, una mujer con estilo barriobajero y ruin.
El partido del presidente Uribe debe reaccionar con la contundencia correspondiente. Este no es un asunto que quede finiquitado con trinos airados y expresiones de indignación en medios de comunicación y redes sociales. Para eso está la administración de justicia, esa misma que en la actualidad tiene decenas de denuncias en contra de la señora Claudia Nayibe López por delitos de calumnia e injuria agravadas.
Mientras la alcaldesa escupe ultrajes contra el señor expresidente Uribe y su corriente política, la situación de Bogotá empeora aceleradamente. Lo vándalos campean libremente. Las localidades más pobres, sufren los rigores de la violencia. No hay noche en la que no se presenten disturbios, destrucciones, saqueos y asesinatos. ¿Acaso con sindicaciones falaces la alcaldes pretende tapar la realidad?
Por el bien de la ciudad, la alcaldesa debería concentrarse en solucionar la crisis, empezando por garantizar la seguridad perdida. Que haga el esfuerzo de contener sus impulsos irracionales y le brinde un espacio a esa maravillosa cualidad conocida como la inteligencia emocional. Los resultados serán benéficos para ella, pero sobre todo para todos los capitalinos que sienten que su terruño se ha convertido en un campo de batalla.
Publicado: julio 1 de 2021
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