El paro, como lo concluí en mi última columna, me dejó deseos, aún mayores, de engrandecer y dignificar el ejercicio pacífico y legítimo de nuestros derechos constitucionales, de luchar por la creación de espacios que permitan construir los consensos políticos que pide a gritos la sociedad, y sobre todo de engrandecer y dignificar la labor de nuestra Fuerza Pública. Preocupa y sufre el alma al ver que las consecuencias del paro sigan ahondando en las muy complejas heridas sociales, y que la reconciliación que necesitamos como sociedad, ante parte la opinión nacional y gran parte de la opinión internacional, sea ¨liderada¨ con el discurso populista que atiza el ambiente político y lleva a que seamos testigos de cómo nos quieren imponer la violencia como forma de lucha. A pesar de estas preocupaciones, como colombiano, estoy convencido que la moral siempre debe estar por encima del sacrificio y que es un ingrediente necesario para la reconciliación social de Colombia. Históricamente, la moral de la sociedad colombiana, así lo ha demostrado.
Durante el secuestro colectivo que vivió Cali, los caleños demostraron y seguiremos demostrando, que el amor por Colombia, el amor por nuestra ciudad, la unión cívica y el rechazo a la violencia, serán siempre los sentimientos que acompañen el ejercicio pacífico y legítimo de nuestros derechos. Manifestaron pacíficamente y con profundo amor patrio. Protestaron pacíficamente por no poder ejercer su derecho al trabajo, por no poder ejercer su derecho a la salud, por no poder ejercer su derecho a la libre movilidad, por no poder ejercer su derecho a la vida. Dan un gran ejemplo y ratifican que esa es la moral de la sociedad colombiana, engrandeciendo y dignificando el ejercicio de los derechos, rodeando a la institucionalidad, tal y como se evidenció en múltiples videos en los que agradecen la labor de nuestros héroes de la policía nacional.
Estas manifestaciones pacíficas aumentan la esperanza y mantienen alta la moral. Son precisamente estas manifestaciones pacíficas las que demuestran que podemos construir país en medio de las diferencias, que podemos encontrar puntos de consenso a partir del debate respetuoso de las ideas, que podemos luchar como sociedad para edificar los espacios donde todos los sectores puedan expresarse para dar solución a las múltiples problemáticas que nos aquejan. Estas manifestaciones legitiman el ejercicio de los derechos y reafirman que la gran mayoría de los colombianos creemos en que la legalidad y el apoyo institucional es el camino para que todos podamos vivir y trabajar tranquilos en una misma Colombia.
Como es obvio, no me fue ajena la situación de nuestros héroes de la Fuerza Pública, por lo que, con pequeños gestos, logramos engrandecer y dignificar su labor. Recorrimos, en compañía de generosos amigos, distintos puntos de control y de protección de los bienes públicos en Bogotá; llevándoles una voz de agradecimiento, de respeto ciudadano y de apoyo institucional.
Los ataques sistemáticos que sufre la institución con esa dañina y peligrosa narrativa que apela a los derechos humanos, desconociendo que detrás de cada policía y soldado hay un humano con derechos; que condena de violenta a una institución, acudiendo a la violencia como forma de lucha, y que deslegitima el actuar de la Fuerza Pública acudiendo a vías de hecho, ha afectado la moral de nuestros héroes. El Estado, dentro del cual la ciudadanía juega el rol más importante, debe siempre mantener la moral de la Fuerza Pública por encima del sacrificio que hacen por amor patrio. El gobierno debe engrandecer y dignificar su labor, acudiendo a mecanismos que brinden seguridad jurídica a sus miembros. Financiar y fortalecer el Fondo de Defensa Técnica Especializada de los Miembros de la Fuerza Pública “FONDETEC” es apenas una forma. Pequeños gestos de apoyo por parte de la ciudadanía son el mayor combustible de moral para estos hombres y mujeres que lo entregan y sacrifican todo por Colombia.
Ver las imágenes que producen los acontecimientos y las devastadoras consecuencias del paro, despiertan una gran preocupación por el futuro del país, en medio de la incertidumbre y zozobra que genera la estrategia político electoral basada en el vandalismo y la violencia. Sin embargo, ver el carácter patriótico, cívico y pacífico de la gran mayoría de los colombianos, despierta también un gran sentimiento de esperanza y de amor por el país, convencido que como sociedad podemos y estamos llamados a encontrar los consensos que se requieren para explotar todo nuestro potencial económico, cultural y social. El sacrificio que hacen los hombres y mujeres de nuestra Fuerza Pública por amor patrio mantiene la moral “Alta, ¡Muy Alta!, como es mi deber mantenerla (…)”, un ciudadano nunca se rinde.
Publicado: mayo 14 de 2021
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