Algunos hombres de negocios son eso y solamente eso. Equivocadamente creen que su misión en la vida – consiste en mantener a flote sus empresas, sin detenerse a pensar en el futuro del país que les ha permitido generar riqueza.
La iniciativa privada merece todo el respeto y apoyo posibles, pues aquella es la gran generadora de empleo y progreso en las naciones.
Los empresarios, como cualquier ciudadano, son libres de militar en la corrientes política que les venga en gana y de proveer apoyo económico al candidato o partido con las que más se identifican.
Hay empresarios que viven de la política por cuenta de los inmensos negocios que celebran con el Estado. Y esa realidad los convierte en “oficialistas, sin importar el tinte ideológico del presidente de turno.
El inmigrante Jean Claude Bessudo ha amasado buena parte de su fortuna gracias a las concesiones que le han otorgado distintos gobiernos, en los parques naturales. Su empresa de turismo –Aviatur- hoy tiene el monopolio del ecoturismo en Colombia.
Hace algunos años, Bessudo estuvo en el ojo del huracán por cuenta de una investigación que le abrió la fiscalía por presuntos acuerdos celebrados entre él y un grupo paramilitar que delinquía en el parque Tayrona. El caso, que nunca llegó a juicio ni fue evaluado formalmente, se encuentra actualmente archivado.
No son pocas las entidades del Estado que tienen millonarios contratos con Aviatur para la adquisición de los tiquetes aéreos de miles de servidores públicos que, en virtud de sus funciones, tienen que viajar a diferentes ciudades de Colombia.
Como muchos empresarios, Bessudo también hizo su ‘agosto’ durante la era Santos con ocasión de los diálogos con la banda terrorista de las Farc en Cuba. Su hija Sandra fue la directora de la agencia de cooperación durante el gobierno de la ‘Mermelada’.
Bessudo no es el único empresario que la ha pasado mal durante la pandemia. Su empresa sufrió como muchísimas otras en el mundo. En julio del año pasado trascendió que Aviatur había cerrado algunas de sus oficinas y suspendido más de 1500 contratos de trabajo por cuenta de la parálisis del sector turístico.
Desde el año pasado, en múltiples declaraciones de prensa, Bessudo -que es bastante amigo de hablar ante los medios- advirtió que el mayor desafío para su empresa era el de sobrevivir al año 2021. En palabras suyas, publicadas en la revista especializada ‘Reportur’, “lo difícil será pasar el próximo semestre [segundo semestre de 2020] y el año 2021. Confío en la creatividad e inventiva de cada agencia y su capacidad de unión gremial para lograrlo”.
El francés que lleva más de 50 años en Colombia, país en el que surgió y forjó su fortuna, tuvo un destello de creatividad: convertirse en el empresario petrista por excelencia.
Todas las encuestas indican que el socialcomunista Gustavo Petro es el favorito para ganar las elecciones del año entrante. En el otro lado del espectro ideológico no se vislumbra un líder capaz de congregar a los electores que, con razón, miran con horror la posibilidad de un gobierno adscrito al socialismo del siglo XXI.
La reciente encuesta de Semana, realizada por el ‘Centro Nacional de Consultoría’ es muy diciente. Si bien es cierto que Petro se consolida en la cabeza de la competencia por la presidencia con un 25% de intención de voto, sacándole 19 puntos a su inmediata rival -la vicepresidenta Ramírez-, no es menos cierto que hay un 36% de encuestados que dicen que votarán en blanco o que no están inclinados a hacerlo por ninguno de los actuales candidatos o precandidatos.
Pero Jean Claude Bessudo, quizás apresuradamente o por pragmatismo, o simplemente por identidad ideológica fue el encargado de inaugurar eso que el correveidile de Petro, Gustavo Bolívar ha bautizado como el grupo de ‘Empresarios con Petro’.
Circularon las imágenes de un almuerzo que tuvo lugar en la casa de Bessudo -incrustada en un monte nativo, en clara violación de las normas ambientales- y en el que el invitado especial era nadie menos que el neocomunista Gustavo Petro.
Para despejar cualquier duda, desde Miami, Gustavo Bolívar, a través de un trino, explicó la naturaleza del encuentro diciendo que “La de Besudo (sic) no será la única reunión de Petro con empresarios. Ellos saben que será Pte [presidente] y están convencidos que su propuesta (sic) de industrializar el país para reemplazar economía extrativista (sic) los beneficia a ellos y genera empleo. Lloren”.
Cuando Chávez llegó al poder y empezó a destrozar la democracia venezolana, muchos empresarios, en actitud patriótica, pusieron el grito en el cielo. Un país sin libertades jamás será un buen escenario para el desarrollo empresarial.
Pero otros vieron en la dictadura una bella oportunidad para afianzar sus negocios, muchas veces a través de contratos corruptos con el Estado, como esos que tanto atraen al señor Bessudo.
Así, se consolidó una casta de privilegiados que en pocos meses aumentaron exponencialmente sus fortunas y que empezaron a ser reconocidos con el acrónimo de Boliburgueses. 20 años después, muchos de ellos han caído en la mira de las autoridades judiciales de los Estados Unidos.
Pareciera que el señor Bessudo no ha entendido las amenazas de Petro contra el sector privado, proponiendo expropiaciones y persecuciones a empresarios que no se acomoden a su modelo de corte totalitario.
La ruindad del caballero de industria Bessudo es infinita. Su apuesta por Petro seguramente ha despertado pasiones favorables en la gavilla socialcomunista, pero también ha generado una legítima indignación en millones de colombianos, al punto de que muchos, en medio del estupor, han expresado que, en adelante, se abstendrán de contratar servicios turísticos con la empresa de quien, por justicia, a partir de ahora debe ser llamado “El ‘boliburgués’ petrista”.
Publicado: mayo 16 de 2021
4.5
2
0.5
5