Escala la violencia incentivada y desatada por el socialcomunista Gustavo Petro. La capital de Colombia está en la mira de los facinerosos que no tuvieron problema ninguno en incendiar 16 CAI de la Policía y tomarse 18 centros de reclusión donde se encuentran cerca de 3 mil delincuentes detenidos por la Fuerza Pública.
El objetivo consistía en facilitar la fuga masiva de maleantes, con las consecuencias nefastas que aquello habría producido.
No viene al caso referirse a la incapacidad e incompetencia de la alcaldesa fajardista, Claudia Nayibe López que, claramente no cuenta con los medios intelectuales ni la destreza para hacerle frente a una crisis de semejante tamaño. La ciudad está al desgaire.
Lo de Bogotá parece sacado de una película de terror. En el ataque violento al CAI ubicado en el barrio La Aurora -sur de la ciudad- los terroristas procuraron quemar vivos a 15 agentes de la policía.
Hace unos días el presidente Duque anunció que sacaría al Ejército a las calles. Bien puede empezar por hacerlo en Bogotá antes de que en esa ciudad se registre una tragedia humanitaria sin precedentes. El petrismo alebrestado no tiene límites. Los seguidores del cabecilla socialcomunista van por todo, sin medir las consecuencias.
Ya hay algunos antisociales que, sin temor ninguno, vociferan que su objetivo consiste en tumbar al presidente Duque, impedir que la vicepresidenta Ramírez asuma el poder y hacer un remedo de elecciones anticipadas para entronizar a Petro en el poder. Cuatro o cinco movimientos de los que no se sabe cuál de todos es más ilegal e inconstitucional.
Pero las leyes son cosa que no les importa mucho a los petristas. Esa es una masa que cree en la acción violenta y no en la política respetuosa de las normas legales.
Las imágenes de policías implorándole a la turbamulta que no los maten, son estremecedoras. Los vándalos petristas, como seres incontrolables, atacan con odio a los policías, pasando por alto que aquellos quizás son más humildes y pobres que ellos y que su gran pecado es cumplir con su deber.
Nada de lo que está ocurriendo en Colombia es espontáneo. La revuelta violenta no se desató como reacción a la torpe reforma tributaria elaborada por el exministro Carrasquilla. Petro y los suyos estaban esperando la oportunidad para meter el zarpazo. Obviamente la justicia -específicamente la sala de instrucción de la corte suprema- no hará nada en contra del responsable único y directo de las muertes causadas porque sus magistrados, encabezados por el corrupto magistrado Cesar Reyes Medina, son fieles militantes del neocomunismo ergo ven a Petro como su camarada y comandante en jefe.
Dolorosa la brutalidad con la que el petrismo atenta contra los miembros de la Policía y cómo amedrenta y aterroriza a la ciudadanía libre que de manera pacífica está tratando de reconstruir su patrimonio y sus vidas luego del paso destructor de la pandemia por Colombia.
Publicado: mayo 5 de 2021
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