En los momentos de tribulación, angustia, perturbación, oscuridad y terror colectivo, se requiere con urgencia la voz de la sensatez que apacigüe la confusión, pero sobre todo la desinformación, convertida en la peor de las herramientas en un mundo en el que afirmábamos era el del conocimiento y la información.
Todos estamos de acuerdo que lo sucedido entorno a la propuesta de Reforma Tributaria fue desastroso: desde su presentación radial por parte del equipo económico hasta la negativa del gobierno a escuchar voces diferentes a las que circulan al interior de la Casa de Nariño. La protesta, herramienta democrática, deliberativa y constitucional, cumplió con su objetivo, el retiro de la reforma que buscaba entre otras cosas la financiación de diferentes programas sociales que permitían una transformación social sin precedentes en el país. Pero eso ya no es el debate.
Lo que ocurrió posterior al anunció tardío del gobierno de retiro de la reforma es prueba de que desde diferentes sectores del país se estaba orquestando la movilización en las calles como instrumento para desestabilizar el gobierno nacional -que le ha tocado enfrentar la peor y más dramática situación impensada como lo es la pandemia- con reforma tributaria o sin ella. Entiendo que la pandemia permitió ver con mayor claridad los graves problemas estructurales de nuestra sociedad, en especial los que tienen que ver con su economía, empleo, ingresos, equidad.
Nadie va a reconocer en estos momentos que el presidente Iván Duque y su gobierno administraron bien la crisis generada por la pandemia, hicieron lo mejor, procedieron de acuerdo con nuestras limitaciones presupuestales para que le llegaran recursos a la población en extrema pobreza, vulnerabilidad; como también para preservar el empleo de cuatro millones de colombianos a través del PAEF. También reconozco equivocaciones por parte del gobierno que expondremos en otro momento, porque al Capitán del barco no se le sacan los ojos en medio de la tormenta.
Los hechos vandálicos, criminales, terroristas en medio de la protesta, como los bloqueos que tienen aisladas y secuestradas a varias ciudades y regiones de Colombia no acciones contra el presidente Duque, son contra la Patria. Se necesita ser un fanático del odio para no entender que aquí estamos presenciando y padeciendo un atentado sin precedentes de organizaciones criminales contra la ciudadanía, contra el aparato productivo, contra nuestro sistema constitucional al violarse sistemáticamente diferentes derechos.
La invitación de rodear al presidente Duque no es una convocatoria política ni menos electoral, es un deber de la sociedad, de los ciudadanos, que entendemos que la figura constitucional del presidente de la República es la representación superior de la Nación que debe ser defendida por encima de cualquier interés. La caída del presidente Duque sería el final de nuestros principios y valores democráticos, porque forzaría la convocatoria de unas elecciones en medio de presiones sociales, económicas, culturales, que alterarían la libertad y la capacidad de raciocinio en las urnas y que solo favorecería a quien a instrumentalizado la protesta para llegar a este estado conmoción.
Cuidemos la democracia.
Publicado: mayo 11 de 2021
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