Lo paradójico de los partidos políticos que tienen asiento en el Congreso de la República y que integran la coalición de gobierno, no es su oposición a la reforma tributaria, sino que son los mismos que aprobaron el aumento del IVA del 16% al 19% el 22 de diciembre del 2016, para compensar la caída del precio del petróleo.
El Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, en ese momento afirmaba: “si no hacemos nada, en el año 2018 el presupuesto general de la nación se tendría que recortar en un 10% (…) y va a ser traumático”. Los partidos de la U, Liberal, Conservador… integraban la “Unidad Nacional”, coalición que aprobaba a pupitrazo todos los paquetes legislativos que proponía el presidente Juan Manuel Santos, -incluido el IVA- sin hacer ruido o drama como lo hacen por estos días en redes sociales.
Entiendo todos los puntos de vista y argumentos de quienes se oponen a la reforma, especialmente los expuestos por los políticos, quienes se acomodan con facilidad y cinismo a cualquier sancocho para quedar bien con Dios y el Diablo. Lo que no entiendo ni comprendo es la desinformación difundida por quienes, conociendo de economía, finanzas, hacienda pública, ordenamiento jurídico, y temas de estado, se convirtan en mensajeros de mentiras gestadas por iletrados que buscan el caos y la anarquía.
Algunos académicos, periodistas, congresistas, y opinadores, intentan orientar, informar, debatir e indagar, sobre un tema complejo, técnico, difuso, difícil de entender, como lo es la reforma tributaria, pero en el intento son linchados y vilipendiados en el lodazal de las redes sociales. Todo indica que la razón sucumbió ante la perturbación.
Fácil es darle la espalda al presidente al presidente Iván Duque cuando atraviesa la peor de las tempestades; fácil es quedar bien con el aplauso populista; fácil es no ser coherente y correr a la tarima de la oposición por miedo al señalamiento. Difícil enfrentar el momento con rigor y majestad.
No me asombra la condición humana ni la miseria de la ingratitud y deslealtad. Tampoco me asombra el comportamiento de los líderes políticos que en un acto equivocado sucumben ante el discurso de Gustavo Petro en búsqueda de inmunidad; porque en el peor desgracias, serian los mismos que le aprobaran todo en el moribundo Congreso de la República que los tocaría integrar.
Lo que si me asombra es el “importaculismo” del establecimiento del país, de la izquierda argumentada y decente, de la iglesia, de varios integrantes del Centro Democrático, por la suerte de millones de familias que apalancan sus necesidades y dificultades con los giros derivados del ingreso solidario, devolución del IVA, o con los diferentes programas sociales que administra Prosperidad Social y que están en riesgo ante la falta de financiación. Al final lo que les importa es que arda Roma.
Publicado: abril 27 de 2021
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