Las voces firmes, independientes y valientes de Vicky Dávila y Claudia Gurisatti se deben seguir oyendo por encima de las cobardes amenazas de las Farc. La violencia que tanto daño le ha hecho al País no puede pretender ahora silenciar a dos periodistas por cumplir con su labor y exponer ante la opinión pública la estructurada red con que esa organización se mueve por Venezuela como pedro por su casa.
Nadie los presiona, son los amos y señores de la frontera y desde esa comodidad graban videos buscando amedrentar a la población. Pontifican sobre lo divino y lo humano con la tranquilidad que les da tener la protección del régimen. Antes por lo menos trataban de disimular esa relación, hoy ya lo hacen de frente.
Son muy valientes para amenazar desde la selva, pero muy cobardes para reparar a las víctimas. Muy valientes para amenazar desde Venezuela, pero muy cobardes para devolver a los niños reclutados. Muy valientes para amenazar desde la protección del régimen de Maduro, pero muy cobardes para entregar las rutas del narcotráfico.
El acuerdo de La Habana les garantizó un sistema de juzgamiento sin cárcel, con total impunidad y elegibilidad política y ni aún así estos bandidos le cumplieron al País. Se burlaron, una vez más, de la buena fe de los colombianos. El conejo que metieron fue gigante y hoy vemos las consecuencias.
Que actúen con cinismo no es algo nuevo. Raro sería que se comportaran de forma contraria. Sin embargo, lo que sí confirma esto es que las Farc nunca tuvieron voluntad real de paz. Utilizaron los 5 años de negociación para oxigenarse militarmente, incrementar en 150.000 hectáreas el número de cultivos ilícitos del País y adquirir el reconocimiento como actores políticos que con justa razón se les había quitado hace 20 años.
Quieren atemorizar a estas dos periodistas porque desnudaron su realidad sin filtros. Mientras que algunos prefieren mirar hacia otro lado, ellas han expuesto la verdad sobre lo que está sucediendo con esa organización, la misma que supuestamente se iba a desmovilizar, pero que construyó una retaguardia militar quizás igual o más poderosa que la estructura original.
A Vicky y a Claudia les envío un mensaje de solidaridad y fortaleza. Ahora más que nunca Colombia necesita de sus valerosas investigaciones y denuncias públicas. Así como al terrorismo hay que combatirlo con toda la determinación, al periodismo hay que brindarle todas las garantías para que pueda ejercer sin miedo su labor.
De hecho, el Gobierno Nacional, a través de la UNP, está en el deber de otorgarles todas las condiciones de seguridad. De las cosas más dañinas que puede suceder en una democracia es que la violencia silencie las voces independientes que incomodan al poder y los bandidos, pero que iluminan el panorama de una opinión pública que agradece y respalda su ejercicio.
Vicky y Claudia, ¡Adelante! Que nada las detenga.
Publicado: marzo 12 de 2021
4.5