El Centro Democrático se enfrenta a un desafío de gran magnitud: la identificación de un precandidato presidencial que logre unir a la mayor parte del uribismo para que juegue con fuerza en la consulta interpartidista en la que la coalición definirá al candidato de unidad que llegue a la primera vuelta.
El grueso del partido -léase directivos y miembros de la bancada parlamentaria- tenía sus esperanzas afincadas en el ministro Carlos Holmes Trujillo. Su muerte produjo, como bien lo expresó el presidente Uribe, una orfandad que urge ser superada.
Es natural y sano que en el seno de una colectividad que se precia de ser democrática haya matices, tendencias y diferencias entre sus militantes y directivos. El debate sano de ideas y la contraposición de las mismas, fortalece a las estructuras partidistas.
El Centro Democrático está lejos de ser un partido monolítico y caudillista. Las diferencias entre sus dirigentes, alimenta el debate y fortalece el programa de gobierno que será presentado a los electores en la campaña que está por comenzar.
Pero al margen de esas consideración, hay hechos objetivos que no pueden ser soslayados. El CD tiene dos jefes naturales: los presidentes Uribe y Duque.
Y la voz de ellos, al final del día, tiene un peso fundamental cuando corresponda escoger al precandidato que vaya a medirse con los demás que integrarán la coalición.
Además de entender e interpretar el cuerpo doctrinario que da vida al Centro Democrático, el designado por ese partido, como es obvio, tiene que contar con el respaldo tanto de Uribe como de Duque.
Sería impensable que el escogido fuera alguien que no goce de la simpatía de alguno de los dos, puesto que se trata de una precandidatura del partido de gobierno.
Así mismo, la precandidatura debería recaer sobre alguien que tenga un perfil político que no genere resistencias en sectores afines y que tenga la capacidad de aglutinar nuevos electores.
Porque en números rápidos, para que la coalición tenga posibilidades de pasar a segunda vuelta, necesariamente deberá conquistar alrededor de 8 millones de votos en la primera, una cifra difícil de alcanzar, dadas las circunstancias políticas actuales, donde se registra un descontento generalizado por parte de un amplio sector de la opinión pública respecto de todo lo que huela a “establecimiento”.
La reciente encuesta de pulso país, permite ver un rechazo frente a todas las instituciones -con excepciones como la Defensoría del Pueblo, la Iglesia y las Fuerzas Militares-, hecho que claramente sabrá capitalizar a favor suyo el neocomunismo que encabeza Gustavo Petro.
Ante ese panorama, donde hay una evidente laguna respecto de una figura con peso político específico en el seno del CD, empiezan a oírse las voces que invitan a pensar en la vinculación de un outsider.
Publicado: febrero 11 de 2021
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