Es evidente que para la etapa en la que se encuentra el proceso del presidente Uribe en la fiscalía, ente que deberá decidir si precluye o llama a juicio, el testimonio del delincuente Juan Guillermo Monsalve es fundamentalísimo.
A fin de cuentas, su dicho fue la “piedra angular” de la investigación politizada y sesgada que adelantó el contratista del gobierno de Santos que ahora funge como magistrado de la sala de instrucción de la corte suprema, el cuestionado Cesar Augusto Reyes Medina.
Basta con revisar las irregularidades cometidas por Reyes para comprender que es fundamental oír a Monsalve una vez más. Primero, y más importante, porque es necesario que la defensa del expresidente Uribe tenga oportunidad de contrainterrogar al testigo, hecho que no ocurrió cuando el proceso estaba en manos de la corte suprema. Y, segundo, a Monsalve lo oyó una magistrada auxiliar de Reyes Medina -que ahora es flamante funcionaria de la JEP- que le ayudó con las respuestas y, básicamente, le permitió leer una partitura previamente preparada.
No es poca la información que se ha conocido en relación con Monsalve, a quien le aparecieron fincas y pagos hechos por ONG cercanas al siniestro senador de las Farc, Iván Cepeda.
Existen suficientes elementos que permiten concluir que Monsalve es un falso testigo, generosamente pagado por Cepeda quien además se encargó de sacar del país a su esposa, Deyanira Gómez, quien hoy vive en Canadá, país donde adelanta trámites tendientes a lograr un refugio humanitario.
Si el testimonio de Juan Guillermo Monsalve fuera veraz, él no tendría problema en rendirlo ante cualquier autoridad. Si sus palabras no fueran fruto de un negocio criminal, no dudaría en someterse a las preguntas que tienen por hacerle los defensores del expresidente Álvaro Uribe.
Pero claro, la zona de confort de Monsalve es la corte suprema, tribunal que hacía parte del complot contra el exmandatario.
Es muy elocuente la actitud adoptada por el delincuente Monsalve y, más aún la de sus cómplices, financiadores, articuladores y promotores mediáticos que se volcaron a alegar, sin sustento jurídico de ninguna naturaleza, que no es necesario que él atienda el llamado del fiscal Gabriel Ramón Jaimes.
Según esas personas, lideradas por Cepeda, Monsalve ya dijo lo que tenía que decir y su testimonio ante la corte suprema es totalmente legítimo. ¿En serio? ¿Acaso puede servir como prueba una amigable charla entre un delincuente y una funcionaria judicial que llegó al extremo inaudito de soplarle las respuestas que debía dar? ¿Puede servir como evidencia una declaración clandestina que fue tomada sin presencia de los abogados de Uribe ni del procurador del caso?
Uribe es víctima de un burdo montaje y sus perseguidores saben que el expediente que confeccionaron en contra del exmandatario no aguanta el menor análisis, empezando por las miles de interceptaciones ilegales y, por supuesto, el testimonio/libreto del falso y fletado testigo, Juan Guillermo Monsalve.
Publicado: marzo 1 de 2021
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