Mientras los grandes líderes de la Colombia contemporánea se formaban en los salones de clase, Gustavo Petro se dedicaba a la comisión de delitos, a la extorsión, el secuestro y asesinato de miembros de la Fuerza Pública.
Ese criminal, que sistemáticamente ha justificado su pertenencia a la banda terrorista M-19, presentándola como un acto heroico y lleno de méritos, jamás ha pedido perdón por los actos de ferocidad y barbarie en los que él participó.
De hecho, los niega y desafía alevosamente a quienes se atreven a enrostrárselos.
Petro es, al decir popular, un bandido con suerte. Ningún escándalo de los muchos en los que ha estado involucrado, lo afecta. Está sancionado por haber manejado a las patadas el presupuesto de Bogotá, permitiendo millonarios desfalcos y detrimentos en el patrimonio capitalino.
Así mismo, a comienzos del año pasado, cuando empezaba la pandemia, se fugó del país con destino a Cuba, en compañía de una de sus hijas. Cuando fue puesto en evidencia -viajó sin la obligatoria autorización del Senado de la República-, se inventó que tenía cáncer, el cual fue milagrosamente curado con unas hierbas mágicas cubanas.
Pero sin duda ninguna, el de las bolsas cargadas con gruesos fajos de dinero es el más escandaloso y bochornoso episodio en el que aparece involucrado ese terrorista del M-19.
Increíblemente, la corte suprema de justicia, que se mueve con tanta rapidez frente a los falsos testimonios en contra del presidente Uribe, se ha encargado de mantener muy bien escondida la investigación por las bolsas de Petro.
Es evidente que se trata de dinero de la mafia. Quien le entregó los recursos, Juan Carlos Montes, otro valido del narcotráfico, huyó de Colombia tan pronto estalló el escándalo. Aparentemente, se encuentra escondido en las montañas suizas en compañía de toda su familia. Hay que tener un capital abultado para sufragar semejante exilio.
Hace pocos días, el consejo electoral archivó la investigación que tenía en sus manos por cuanto la acción ya había caducado. Es decir, Petro se salvó porque los tiempos jugaron a favor de él y no porque se hubiera aclarado el asunto de fondo.
La Colombia Humana es una banda muy parecida a las ‘camisas pardas’ de Hitler. Quien se atreva a cuestionar a Petro, sufrirá la más brutal de las violencias, acosos, insultos, malos tratos y humillaciones. Buena parte de los seguidores de Petro son personas cargadas de resentimiento, odio y sed de venganza.
Se trata de seres sin mayor formación intelectual ni conocimiento de un código mínimo de buenos modales. Por eso, los que tengan la valentía de enfrentar, cuestionar o confrontar a Gustavo Petro -el capo de las bolsas- debe estar preparado para recibir el ataque inmisericorde de la gavilla denominada ‘Colombia Humana’.
Publicado: febrero 14 de 2021
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