Cada viernes de inicio de mes los mercados se congelan a las 8:29 AM hora NY, ya que el departamento de estadísticas de EE. UU. publica el número de generación de empleo del mes anterior a las 8:30:01 AM. Los días antes de esa publicación son muy intensos para mí, pues me veo obligado a quemar muchas neuronas corriendo una serie de modelos para presentar mi estimado sobre el dato de empleos. En el mercado es una constante que los analistas macro como yo presentemos un estimado sobre lo que puede mostrar el dato de empleos, porque las desviaciones sobre los consensos generan movimientos relevantes en los precios de los activos.
El jueves pasado publiqué lo siguiente en un documento que le llegó a los inversionistas institucionales globales: “Nuestros modelos están mostrando en este momento que el número de generación de empleo de este viernes mostrará un aumento de 225.000 en las nóminas netas. Esperamos que las nóminas privadas muestren un aumento de 200.000 trabajos netos. Nuestros modelos muestran que el empleo público muy seguramente aumentó en enero”.
El número real de generación de empleo de enero fue de 49,000, no de 225,000 como yo esperaba. Mejor dicho, la descachada fue descomunal. Unos minutos después de la publicación del dato de empleos, comencé una conversación técnica con quien yo considero es mi mejor cliente, un gestor de cartera de Boston que maneja decenas de miles de millones de dólares. Durante nuestra conversación comentamos sobre la sorpresa de que el sector de turismo hubiese perdido tanto empleo, cuando el estimativo de ADP, la empresa de nómina privada más grande de EEUU, había mostrado un incremento. También conversamos sobre el hecho de que el mal dato de empleos le iba a dar impulso a la aprobación del estimulo fiscal. No discutimos la diferencia entre mi estimado y el dato real. Acto seguido tuve otra charla con otro cliente que me recordó que mi estimación había sido errada. Conversamos un par de minutos sobre las implicaciones del mal dato. Ese cliente es analista de un fondo de inversión pequeño.
El punto: el gestor de miles de millones de dólares es alguien que entiende el valor de correr modelos para tratar de pronosticar variables económicas y financieras, pero que entiende que la clarividencia no existe. Ese cliente utiliza a un analista como Alberto Bernal para cuestionar sus convicciones, habla conmigo porque generalmente no está de acuerdo con mis visiones, y quiere entender el proceso mental que yo utilizo para llegar a las conclusiones que llego. Ese cliente es inteligente, y por lo tanto es una leyenda en Wall Street y gana muchísimo dinero. El segundo cliente es un individuo mediocre, un cliente inseguro, que necesita que le digan qué va a pasar para reaccionar. Ese cliente no durará mucho tiempo en el mercado.
La semana pasada el Senador Benedetti cuestionó mis capacidades como economista durante un debate en Semana.com recordándole a la audiencia que me equivoqué en mi estimativo de donde iba a quedar el USDCOP a finales del 2018 después de la victoria de Duque. El Senador Benedetti no sabe que la razón por la cual el peso-dólar subió de 2,800 en mayo del 2018 a 3,300 a finales del 2018 se debió al incremento del DXY de 90 a 98 en ese mismo periodo de tiempo, evento atado a la guerra comercial que estalló entre EEUU y China. Benedetti piensa que la clarividencia existe. Mejor dicho, Benedetti es la versión de la política del analista del fondo de inversión pequeño.
Publicado: febrero 9 de 2021
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