Una acusación infame

Una acusación infame

En los años 80, cuando el periodismo colombiano era perfectamente parroquial, surgió el nombre de un sujeto llamado Alberto Donadio quien se autoproclamó como decano y pionero de investigaciones periodísticas. 

Luego de un fugaz paso por el ejercicio del derecho, fue contratado en el periódico El Tiempo, donde hizo llave con Daniel Samper Pizano, hermano del narcopresidente y testaferro político del cartel de Cali, Ernesto Samper en la denominada ‘unidad investigativa’ de ese diario capitalino. 

Quienes lo conocen de cerca dan fe de su personalidad acomplejada, taimada y colmada de ruindad, características que él se encargó de poner en evidencia en un reciente panfleto publicado en un blog, en el que, sin mostrar una sola evidencia, acusó cobarde e infamemente al expresidente liberal Virgilio Barco Vargas de haber sido el cerebro del supuesto ‘genocidio’ de la Unión Patriótica, organización que fungió como brazo político de las Farc en los años 80 del siglo pasado. 

Sobre las muertes de algunos miembros de la UP, existe una profunda investigación, catalogada por propios y extraños como el mejor documento que se ha realizado sobre la materia. Se trata del libro ‘Armas y Urnas’ del investigador y periodista norteamericano Steven Dudley. 

En dicha publicación, que apareció hace poco más de 10 años, se puede leer un profundo análisis de los episodios violentos que giraron alrededor de los hechos relacionados con la estructura partidista de las Farc. 

Si bien es cierto que muchos de los asesinatos de sus integrantes y cabecillas ocurrieron en el cuatrienio comprendido entre los años 1986 y 1990 -periodo en el que el doctor Virgilio Barco ocupó la presidencia de la República-, no menos lo es que el gobierno de la época hizo hasta lo imposible para hacerle frente a la brutal arremetida del narcoterrorismo.

De hecho, el señor Donadio olvidó incluir en su temerario pasquín un hecho que es incontrastable y que da fe de la verticalidad y honestidad del expresidente liberal.

El gobierno de Virgilio Barco emitió en abril de 1989 tres decretos que prohibieron de una vez y para siempre la autorización para que los particulares pudieran portar armas de uso exclusivo de las Fuerzas Militares, hecho que históricamente se ha interpretado como el inicio del desmonte del paramilitarismo formal en Colombia, pues desde 1965 el Estado permitía que los particulares se organizaran y armaran con el fin de apoyar la defensa nacional -decreto ley 3398 de 1965-.

Publicadas las normas por parte del presidente Barco, la prensa internacional aplaudió la medida. El diario El País de España abrió su edición diciendo que “el gobierno declaró el jueves la guerra a los grupos paramilitares que han sembrado el terror en Colombia. Mediante tres decretos de estado de sitio se pretende hacer frente a estos escuadrones de la muerte financiados por los jefes del narcotráfico. A partir del jueves, los grupos de autodefensa (de los que surgió la mayoría de bandas paramilitares) perdieron su viso de legalidad”. 

Los presidentes deben ser evaluados y hasta juzgados a la luz de las circunstancias en las que les correspondió ejercer el poder. La Colombia gobernada por el doctor Barco Vargas era un Estado fallido, sometido al poder brutal del narcotráfico y a la influencia terrorista de los grupos guerrilleros, bandas criminales que se fortalecieron política y militarmente durante la administración de Belisario Betancur (1982-1986).

A pesar del colosal desafío de los ilegales, Barco logró mantener a flote la debilitada democracia de nuestro país.

Las acusaciones fantasiosas de Donadio, en el sentido de que Virgilio Barco ordenó directa y personalmente la contratación, a través de Ecopetrol, de un mercenario israelí que supuestamente fue el encargado de planear la muerte de los integrantes de la UP, no tienen un solo sustento fáctico, con lo que se demuestra que su “investigación” no es más que una nueva invención suya.

¿Cuál es el objetivo de Donadio, considerado como un hábil falsificador de noticias? Llama la atención que ese artículo falaz y mentiroso aparezca publicado en un blog que desesperadamente está buscando financiación en los Estados Unidos a través de organizaciones no gubernamentales defensoras de los Derechos Humanos. 

Así que la “denuncia” -que en realidad es una falsedad- llega en un momento perfectamente oportuno. Infortunadamente para los que hacen parte del proyecto digital en cuestión, el montaje se desplomó en un santiamén, pues los hechos y el talante del gobierno Barco, sumado a los miles de testimonios y documentos que existen, son suficientes para desmentir la gran falacia de Alberto Donadio.

@IrreverentesCol

Publicado: enero 13 de 2021

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