Hace pocos días, el polémico exdirector de la Policía, el general Rodolfo Palomino fue ejemplarmente sancionado por la Procuraduría, entidad que le impuso una inhabilidad de 13 años para ocupar cargos públicos luego de comprobar que cometió, a la luz del código disciplinario, una falta gravísima.
La historia se remonta al año 2015, cuando un coronel subalterno de Palomino lo denunció a través de una carta de presiones laborales y, lo que es más grave, de acoso sexual.
Esa denuncia surgió en el marco del escándalo conocido como la comunidad del anillo, una red de prostitución masculina que operaba en el seno de la Policía Nacional.
El denunciante fue el coronel Reinaldo Gómez quien aseveró que el general Palomino le hizo propuestas sexuales ante las que él no quiso acceder y, en retaliación, el entonces director de la institución policial desató una brutal persecución laboral en su contra.
Palomino conoció la existencia de la carta y de inmediato se valió de su poder para presionar a Gómez con el propósito de que se retractara de su acusación. Para tal efecto, el general instruyó a unos aliados suyos, entre ellos los coroneles Flavio Mesa y Ciro Carvajal, quienes tuvieron la misión de lograr que el denunciante retirara la carta en la que hacía los gravísimos señalamientos en contra de Palomino.
Reinaldo Gómez se cuidó de grabar una reunión a la que fue citado, encuentro en el que fue evidentemente chantajeado por los compinches del general Palomino. Efectivamente, contra el coronel Gómez cursaba una investigación disciplinaria por otro asunto. Valiéndose de esa situación, los coroneles Mesa y Carvajal le dieron a entender a Gómez que ellos podían “ayudarle” con el proceso que estaba en marcha en contra suya si procedía a retirar la denuncia contra Palomino.
Tal y como se oye en la grabación, el coronel Mesa le dijo a Gómez: “Yo se lo quiero mencionar de otra manera porque tengo la confianza y usted sabe que los dos nos hablamos así. Ese documento que usted hizo [la carta denunciando a Palomino por acoso sexual] es un documento que de alguna manera fue desafortunado para usted y para todo el mundo. Ahora hay que mirar cómo deshacer esa guevonada. Aquí hay un tema transparente que yo le ofrecí mi amistad, me ofrecí para que se revisara su caso, me ofrecí lealmente a usted y yo debería ofrecérmele lealmente es al director y decirle: oiga no cometa esa injusticia, hay que revisar el caso. Desafortunadamente después llega esa vaina que es absolutamente inconveniente para todo el mundo. Ahora miremos cuál es el camino para reversarlo si se puede reversar que yo no creo porque ya hay varios testigos, está radicado. Yo no sé si se haga un documento en el que diga: ‘no sé mi general, fue en un momento de desespero”.
Valientemente, el coronel Reinaldo Gómez se mantuvo firme y no se rindió ante el chantaje. Seguramente, era consciente de que si no accedía ante la solicitud que le estaban haciendo, su carrera en la Policía Nacional llegaría a su fin, tal y como sucedió pues las presiones fueron de tal magnitud que él se vio forzado a renunciar a su carrera.
En la malhadada reunión, Gómez dejó claramente fijada su posición. “No, no mi coronel. Yo confío en mi palabra de carabinero. Si yo lo estoy diciendo [las denuncias contra Palomino] es porque así es. Yo soy un varón y usted sabe la vez esa que me le paré al general Naranjo y fui leal con usted en ese momento… Entonces yo le doy mi palabra mi coronel. Yo soy un varón; yo le estoy diciendo la verdad. Pero que yo vaya a reversar por escrito, no. Yo le doy mi palabra y mi palabra vale. Acá el tema es de confianza y si le estoy diciendo eso es porque lo que yo escribí es cierto. Yo ni le estoy inventando ni le estoy poniendo. Sería muy temerario decir una cosa que no es”.
Esa explosiva grabación se conoció a finales de 2015. Un par de meses después, cuando arrancaba 2016 la presión del escándalo obligó a que Palomino renunciara a la dirección de la Policía. A pesar de haber salido por la puerta trasera, mantuvo sus contactos de alto nivel pues la investigación penal que debía haberse abierto, jamás se dio.
En esa época, la fiscalía general estaba en manos de los cuestionado Eduardo Montealegre y Jorge Fernando Perdomo Torres. Ellos, se encargaron de esconder las evidencias y, al decir popular, engavetar el asunto. La cercanía de Palomino con el presidente Santos y su devoción por el proceso con las Farc, dio resultado, pues la justicia volteó la mirada frente a los delitos cometidos por él.
A nadie se le ocurrió analizar la gravedad del caso ni de darle una mirada a las otras denuncias contra Palomino. Mucho menos, indagaron por su patrimonio, pues no se entiende de dónde proviene el grueso patrimonio de un oficial que durante toda su vida recibió un modesto ingreso de la Policía Nacional.
La Procuraduría, por su parte, inició la correspondiente investigación disciplinaria. En una primera instancia, no se encontró nada en contra de Palomino. Dos años después del primer fallo, la segunda instancia hizo una valoración sensata y ponderada de las pruebas, razón por la que el alto oficial terminó destituido e inhabilitado durante 13 años.
Ahora, el balón queda en manos de la nueva Procuradora Margarita Cabello a quien no le queda camino distinto que el de mantener la sanción. Igualmente, a la fiscalía del doctor Barbosa le corresponde desempolvar el expediente y evaluar si el general violó o no las leyes de Colombia.
Al otrora hombre fuerte de la Policía Nacional, Rodolfo Palomino, se le acabó su cuarto de hora de impunidad. Además de responder por su papel en el nauseabundo caso de la comunidad del anillo, tarde o temprano deberá aclarar el origen de su patrimonio, sus sociedades en empresas transportadoras y las propiedades que tiene a nombre suyo y de terceros. La justicia cojea, pero llega.
Publicado: enero 24 de 2021
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