Duele demasiado encontrar las palabras para describir lo que deja tu partida, Carlos Holmes Trujillo García. Una columna que jamás pensé escribiría. Fuiste un hombre excepcional que le dedicaste tu vida a servirle al País. Tuve el privilegio de ser tu amiga. Las lecciones fueron muchas y pasará mucho tiempo antes de poder “digerir” tu muerte. Porque esta maldita pandemia, que nos ha quitado todo, ni siquiera me deja terminar de entender el por qué. Tu legado perdurará con firmeza.
No se equivocaban quienes -donde me incluyo- te describían como un caballero. Verdaderamente eras el caballero de la política. Nunca surgió de ti una ofensa personal, un insulto o una agresión, incluso ante los ataques más mordaces que se hacían en tu contra. Siempre llevaste la confrontación política al terreno de los argumentos, las ideas y las propuestas. Tu amor por Colombia era genuino. Te cabía el País en la cabeza.
Pocas personas tenían tu experiencia. Alcalde, constituyente, embajador en varias naciones y Ministro de educación, interior, relaciones exteriores y defensa. La tuya era la voz de la experiencia. Conocías los pormenores del poder gracias a una extensa carrera que nunca tuvo una sola tacha. Eras un hombre de estado, un genuino estadista. Y como si esto fuera poco, un orador por excelencia.
Las nuevas generaciones tendrán en ti un ejemplo a seguir. Y sobre todo esos jóvenes valientes en los que creíste e impulsaste. Una demostración de que sí es posible trabajar sinceramente por Colombia. Sin trampas, engaños, cizañas ni peleas. Ojalá todos los políticos tuvieran tu talante.
Por supuesto que tenías todas las condiciones para ser Presidente. Y qué gran mandatario hubieras sido… Colombia perdió a un servidor ejemplar, el Gobierno a su superministro y quienes te conocimos, a un amigo como pocos.
Tenías errores como cualquier ser humano, pero tus virtudes eran de tal magnitud que ocultaban cualquier imperfección. Eras un hombre sereno, sencillo, cariñoso y con un excelso sentido del humor. ¿Que tal esa sonrisa, ah? Esa que calmaba cualquier angustia por difícil que fuera. Daba gusto hablar contigo.
Eras el hombre más decente, coherente y amable que conocí en política. Un hombre de extraordinarias maneras, sentimientos honestos y amigo de tus amigos. Se dice que Dios escribe recto por caminos cruzados, cosa difícil de entender. En el momento cumbre de tu existencia, una coyuntura inexplicable apagó tú luz. Y con ello, también un poco de nuestra luz. El alma está rota y así seguirá, seguramente Dios y tú nos la ayudarán a sanar.
No es un hasta luego, es un hasta pronto. Solamente fallecen aquellas personas que se desvanecen en el olvido. Eso jamás pasará. Desde la distancia nos seguirás acompañando. A Alba Lucía, a tus hijos, a tus nietos y a quienes la vida nos dio el privilegio de compartir contigo.
Acá, en el plano terrenal, seguiremos trabajando. Que mejor homenaje que proteger y continuar tu legado. Digiriendo una noticia imposible de digerir. Pero aplicando las enseñanzas que nos diste. Viendo la vida con el optimismo y la alegría que nunca te faltó. Recordando con cariño, en cada momento, a aquel amigo que un vacío inmenso nos dejó.
Hasta pronto Carlos, el amigo de las mil batallas.
Publicado: enero 29 de 2021
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