Con total irresponsabilidad, los neocomunistas se han dedicado a pescar en río revuelto en medio de la incertidumbre que se ha generado frente al inicio de la vacunación contra la COVID-19 en Colombia.
En los primeros días del año, a través del cuestionado Roy Barreras -socio político de ‘Iván Márquez’- generaron pánico al decir que el gobierno del presidente Duque no había comprado las vacunas que fueron anunciadas el año pasado. Con cifras en la mano, se demostró la falacia de los opositores.
Efectivamente, el gobierno cerró contratos con los laboratorios AstraZeneca por 10 millones de dosis y Pfizerpor un número igual de vacunas. A ello, se suman 20 millones de vacunas que llegarán al país en el marco del convenio de la OMS, denominado estrategia COVAX.
Ahora bien. ¿Por qué no se ha empezado a vacunar? Hay que analizar la situación con ponderación y sin acaloramientos.
En la actualidad, sólo se están comercializando las vacunas elaboradas por los laboratorios Pfizer y Moderna. Esas dos farmacéuticas están tratando de atender la demanda de vacunas de los Estados Unidos.
En un reciente informe del diario New York Times, se reveló un dato que es bastante desalentador. Según el periódico de mayor prestigio en el mundo, Pfizer y Moderna tienen capacidad de producir entre 12 y 18 millones de dosis a la semana.
Esa cifra es inferior a las necesidades de los Estados Unidos, país que tiene que el propósito de vacunar a la totalidad de su población -328 millones de personas- antes de junio del presente año. Eso, en número redondos significa la inoculación de poco menos de 660 millones de dosis, toda vez que las vacunas requieren dos aplicaciones.
Aún no se sabe cuándo estará lista y aprobada la vacuna desarrollada por AstraZeneca. Los reportes más recientes, indican que aún no ha alcanzado la capacidad de producción esperada. De hecho, la Unión Europea celebró un contrato con ese laboratorio esperando el despacho de 400 millones de dosis, el cual no se podrá cumplir en el tiempo esperado, según reveló recientemente el laboratorio británico.
Las otras vacunas que hay en el mercado, de fabricación rusa y china, están descartadas. El gobierno de Brasil, que adquirió un importante número de vacunas hechas en la China, denunció que el nivel de eficacia de las mismas escasamente llega al 50%.
A pesar de las evidentes dificultades, el presidente Duque anunció la semana pasada que en Febrero empezarán a llegar al país las primeras vacunas, las cuales serán suministradas entre las poblaciones de mayor riesgo -los adultos mayores y el personal médico que atiende a pacientes COVID-.
A las demoras en la producción de la vacuna, que deberá serle aplicada a la totalidad de los seres humanos, se suman los problemas logísticos de su distribución.
En Estados Unidos, la crisis ha sido mayúscula. Los estados han tenido grandes dificultades para cumplir con los cronogramas trazados. Miles de pacientes que están en la fila para recibir la primera dosis, han visto sus citas canceladas, sin que se sepa a ciencia cierta cuándo podrán ser vacunados.
Sin pretender desconocer la urgencia del asunto y la ansiedad que despierta en la gente, hay que reconocer la magnitud del problema. Se trata de un producto que demanda la humanidad entera y que, hasta ahora, solo están fabricando y despachando dos laboratorios. Es evidente que el gobierno tiene la obligación de hacer todo lo que esté a su alcance para empezar a vacunar a la población, hecho que no le concede licencia a los neocomunistas para sembrar terror en la gente, difundiendo teorías mentirosas con las que, claramente, se está haciendo politiquería.
Acá, lo fundamental es propender por la salud de los colombianos en un momento crítico de una pandemia que se ha descontrolado. Más temprano que tarde, la vacuna llegará al país. Mientras eso sucede, hay que continuar observando todas las medidas correspondientes para evitar que el número de contagiados y de muertos siga creciendo al ritmo que se ha estado registrando en las últimas semanas.
Publicado: enero 26 de 2021
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