Resulta colérico como Cali hoy no es más que un experimento chavista: con un alcalde mesiánico agresivo; un concejo que lejos de ejercer un control político se ha convertido en un comité de aplausos; entes de control fletados, corrupción rampante, amenazas a opositores por doquier, carencia de liderazgo en la oposición política, más una ciudadanía que se acostumbró a residir en este contexto deplorable, es lo que se puede encontrar en este panorama desolador.
Cali se encuentra bajo una administración que se hizo al poder con apoyo de sectores que se autodenominan ‘alternativos’. Sin embargo según sus acciones están lejos, por mucho, de representar un cambio. Por el contrario, sus prácticas son las mismas que las de la vieja política corrupta y desvergonzada; aquellos lobos vestidos de ovejas son siempre los que más requieren cuidado.
A lo anterior se suma un alcalde agresivo, hostil y difícil con sus contradictores. Las redes y los medios de comunicación han sido testigos de ello, evidenciando insultos a las personas que lo increpan; tal como lo hizo con Diana Rojas, la valiente concejal, a quien calificó de ignorante. Agregado a esto, hay una postura altiva que sugiere que los caleños deben rendirle pleitesía por haber hecho algunas obras, de las cuales varias quedaron inconclusas y otras, como las 21 megaobras son cuestionadas. El desarrollo de Cali no ha sido por Ospina sino, a pesar de Ospina.
Como si no bastara, el concejo (comité de aplausos) es una corporación compuesta, en su mayoría, por representante de microempresas electorales, quienes solo se interesan por favorecer sus cuotas políticas. Es decir, un concejo inútil. ¿Acaso alguna vez han realizado controles políticos serios? En lo absoluto. De este circo solo pueden rescatarse a Diana Rojas y a Roberto Ortiz, los demás, incluido el concejal del Centro Democrático, están fletados por este alcalde.
En Cali pudo más el compromiso con los contratistas que el bienestar de los ciudadanos. ¿No es corrupción que mientras la ciudad atravesaba por la peor crisis de salud pública en su historia, el alcalde decidiera orientar los recursos para contratar artistas internacionales y no para fortalecer la red hospitalaria? Varios contratos de la feria virtual han sido denunciados y están en mora de rendir cuentas también del alumbrado.
Hay una plaga inaudita de corrupción en la ciudad, pero los entes de control -llenos de cuotas políticas- no hacen nada al respecto y seguramente no lo harán. De los que denunciaron estas irregularidades, varios han sido amenazados, vale cuestionarse si hay una alianza entre la alcaldía con bandidos para amedrentar a quien cuestione a Ospina; es necesario que la opinión pública nacional conozca -como lo ha venido haciendo- estos asuntos.
El alcalde de Cali actúa de manera déspota e irresponsable; al pretender trasladar su ineptitud al sector de comercio. Ospina fue quien creó ambientes de aglomeración con la feria virtual, no controló efectivamente la final América Vs Santa Fe, invirtió dineros públicos en videos de saludos de artistas internacionales en lugar de fortalecer la red hospitalaria; sin embargo, ahora se lava las manos con el aumento de contagios.
Hoy Cali es una pequeña Caracas, llena de inseguridad, pobreza y corrupción. Los tiempos de gloria quedaron atrás; y ya no hay rastros de esa Cali cívica que alguna vez llegó a ser la segunda ciudad del país. Recuperar el rumbo depende de todos, es imprescindible un sector empresarial con dientes, políticamente activo y con determinación para reorientar la ciudad. Una prensa local que verdaderamente desafíe la corrupción y, más aún, unos liderazgos valientes sin egos cuyo único fin sea velar por los intereses de los caleños.
Publicado: enero 31 de 2021
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