La movilidad en Bogotá es un desastre. La ciudad es la tercera más congestionada del mundo y en el corto plazo no se ven soluciones reales. Los principales proyectos de movilidad están en veremos y el Distrito nada que presenta la actualización del POT, a pesar que este instrumento es necesario para lograr expandir ordenadamente la capital y disminuir la alta densidad poblacional.
Por sectores, movilidad es el más beneficiado dentro del Plan de Desarrollo. De los $109 billones que se pretenden ejecutar de 2020 a 2024, $36.9 billones se presupuestaron para este rubro. La primera línea del metro, el funcionamiento del SITP y la expansión de Transmilenio están incluidos allí.
Sin embargo, el panorama actual de este sector es bastante gris. De los 23 proyectos de infraestructura de movilidad que se priorizaron en el Plan por $8.7 billones, solo hay 4 de considerable relevancia: la ampliación de la autopista norte por $1 billón, la intervención de la calle 13 por $1.1 billones, la troncal 68 por $2.6 billones y la troncal Cali por $927.806 millones.
Los dos primeros, avanzan demasiado lento. Apenas se están estructurando los aspectos financieros y ciertamente hace falta mayor capacidad de ejecución para iniciar unas obras que, de paso, servirían bastante para la reactivación laboral. Los otros dos, afortunadamente, tienen un mejor panorama. Fueron adjudicados en 2020 y las obras iniciarían este año.
Adicional a esto, hay 7 proyectos para construir ciclorutas, que de nada servirán si no se disminuye el elevado índice de hurto de bicicletas, y 9 más en ejecución que venían de la administración pasada.
Ahora bien, ninguna de estas iniciativas tendrá impacto real para mejorar la movilidad de la ciudad si no se aprueba el POT lo antes posible, la principal tarea del Distrito este año en el Concejo. Recordemos que el Gobierno Peñalosa estuvo ad portas de lograrlo, pero el resultado de las elecciones cambió los corazones de los cabildantes, quienes prefirieron hundirlo para congraciarse con la nueva mandataria.
Este instrumento es vital por una sencilla razón: es el que marcará la pauta para la expansión o no de la ciudad a futuro. Por ejemplo, mientras que en los últimos 25 años la ciudad tuvo un aumento de 2 millones de habitantes, es decir, dos veces Cartagena, la infraestructura vial es casi la misma.
Además, las restricciones urbanísticas que limitaron la expansión organizada de Bogotá hacia el noroccidente generaron una impactante densidad poblacional de 24.643 personas por kilometro cuadrado, la cual es tres veces mayor que la de París, solamente equiparable a la de Nueva Delhi y Lagos y que no solamente incrementa el caos vial, sino que dispara el precio de la vivienda al no haber espacio disponible para construcción.
Por eso, se necesita con urgencia la ejecución de mega proyectos como Lagos de Torca y la reactivación de la urbanización responsable de la reserva Van der Hammen, la cual fue satanizada por la actual administración, pero que es vital para la proyección ordenada de la ciudad en las próximas décadas.
Hasta que estos dos aspectos, infraestructura y ordenamiento territorial, no vayan de la mano, nada va a cambiar. Claro, se necesita poner a funcionar la semaforización inteligente y continuar el programa de la Unidad de Mantenimiento Vial para tapar los huecos, pero también se requiere capacidad de ejecución para sacar adelante técnica y financieramente los principales proyectos de infraestructura de la ciudad y permitir una expansión ordenada que disminuya la densidad y descongestione las vías que se mueven a ritmo de tortuga.
Publicado: enero 27 de 2021
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