El regreso a Colombia del delincuente Gustavo Moreno, articulador de la operación criminal más aberrante de los tiempos recientes, el denominado ‘cartel de la toga’, pondrá en serios aprietos a muchos de sus cómplices y ‘patrones’ que, hasta ahora, han pasado de agache en este escándalo que puso en conocimiento del país el elevadísimo nivel de corrupción enquistado en la administración de justicia.
Hay un capítulo inconcluso en esa investigación: el de la participación de los cuestionados exfiscales Eduardo Montealegre y Jorge Fernando Perdomo. Hasta ahora, ellos como se dice vulgarmente, han podido volar por debajo del radar. Pero los interrogantes respecto de su cercanía con el ‘cartel de la toga’ continúan sin ser respondidos.
Concretamente, deben explicar porqué, con recursos de la fiscalía general de la nación, se pagó el canon de arrendamiento de la lujosa oficina en la que operaba esa estructura criminal, cuyos ‘comandantes’ eran magistrados y exmagistrados cercanísimos a Montealegre: Camilo Tarquino, Leonidas Bustos y Francisco Javier Ricaurte. Bustos, es un prófugo de la justicia y Ricaurte está a buen recaudo de las autoridades penitenciarias de Colombia.
Existen las evidencias que comprueban que Montealegre abusando de su condición de fiscal general de la nación, de manera directa, dio la orden de celebrar un contrato ficticio de prestación de servicios a favor de Gustavo Moreno.
Con los dineros de ese contrato, los delincuentes del ‘cartel de la toga’ procedieron a celebrar el contrato de arrendamiento de la oficina desde la que se negociaban decisiones judiciales.
Ese hecho, confirma que Montealegre era, cuando menos, cómplice de esos criminales. Igualmente, hay un episodio extraño sobre el que no se conoce la realidad. El supuesto atraco al apartamento de Jorge Fernando Perdomo, cuando ese sujeto fungía como vicefiscal.
¿Será cierta la hipótesis de que en ese ‘atraco’ en el que oficialmente se dijo que había desaparecido un computador, los asaltantes se llevaron una maleta con dinero? ¿Fue un hurto o un ajuste de cuentas por un incumplimiento relacionado con una investigación que se adelantaba en la fiscalía? Perdomo es un sujeto acostumbrado a moverse en ambientes sórdidos y conspirativos.
Más allá de los políticos que seguramente terminarán enredados por las declaraciones que dará el delincuente Moreno, lo importante es que la justicia llegue hasta las cabezas del entramado criminal. No puede ser aceptable que el asunto quede en unos pocos, cuando es evidente que hay otros involucrados que no han querido ser investigados.
Eduardo Montealegre y su segundo Jorge Fernando Perdomo hicieron de la fiscalía general de la nación una verdadera y deleznable ‘cueva de Rolando’, donde el delito, las componendas, las persecuciones con tinte político y, también hay que decirlo, el ‘cartel de la toga’ campeaban toda la libertad. Ojalá, a esos sujetos les llegue la hora de ponerle la cara a la justicia para que respondan por sus conductas al margen de la ley.
Publicado: diciembre 10 de 2020
3.5
4.5
5