“Gracias al Acuerdo de Paz que firmamos hace cuatro años, hoy presidiré la plenaria del Senado. En un debate de control político citado por la oposición sobre la falta de garantías de vida para los firmantes de la paz y líderes y lideresas sociales. ¡El Gobierno debe responder!”
Las anteriores palabras las escribió en su cuenta de “Tweeter”, la criminal Griselda Lobo alias “Sandra Ramírez”, momentos antes de presidir la Sesión Plenaria del Senado, el pasado 24 de noviembre, fecha que coincidió con el cuarto aniversario de la firma del malhadado pacto entre Santos y los narcorerroristas de las FARC en el Teatro Colón de Bogotá. Día en el que se oficializó el más vergonzoso fraude del que haya sido víctima el pueblo colombiano, haciéndole creer que ese supuesto “nuevo acuerdo”, en verdad era nuevo y contaba con la anuencia de la oposición.
Como si no fuera suficiente el agravio de tener 10 criminales de lesa humanidad legislando en el Congreso de la República, por el simple hecho de haber firmado el papel, y de haber elegido como su vicepresidente segundo a la mujer de la máxima figura de ese movimiento criminal alias “Tirofijo”, sus patrocinadores (los que la llevaron a esa instancia, que fueron los mismos que auspiciaron todas las marrullas legislativas que se hicieron en época de los acuerdos), tenían que enaltecerla poniéndola a presidir una plenaria del Senado, justamente, para hacerle debate político al Gobierno por supuestos incumplimientos al Acuerdo de Paz.
¿En qué momento se cambiaron los papeles? ¿Cómo así que quienes durante cuatro años no han cumplido con nada y no han hecho más que negar todos y cada uno de los crímenes cometidos sistemáticamente, ahora se arrogan el derecho a reclamarle a un Gobierno que, en medio de todas las dificultades heredadas y las que inevitablemente han sobrevenido, no ha hecho más que proveer todo cuanto ha podido para cumplir con algo con lo que ni siquiera está de acuerdo?
Sin embargo, lo más desconcertante y afrentoso de todo cuanto ha sucedido con el acuerdo de marras, es la manera tan olímpica como han ignorado a las víctimas, esas que supuestamente eran la razón de ser del tal arreglo y a nombre de quienes el del Nobel de Paz, recibió el tal premio.
Si uno siente dolor y asco al ver esa caterva de delincuentes endiosados posando de víctimas y exigiendo con arrogancia toda clase de prerrogativas ¿qué podrán estar sintiendo los cientos de miles de verdaderas víctimas? ¿Qué sentirán los millares de mujeres de la Corporación Rosa Blanca, que no han hecho más que denunciar que desde niñas fueron arrancadas a la fuerza de sus hogares campesinos y llevadas para ser abusadas sexualmente, con preferencia por los comandantes, cuando ven a sus repugnantes verdugos posando de “honorables senadores” y pontificando sobre moral? ¿Qué pensarían esas mujeres cuando vieron la criminal y cómplice de sus desgracias alias “Sandra Ramírez”, presidir la entidad más representativa de la democracia?
El país no puede seguir por esta senda. El entuerto que nos dejó el del Nobel tiene, necesariamente, que ser corregido, empezando por la reforma a fondo de la JEP, y la salida de los criminales de lesa humanidad de los cuerpos colegiados. Urge el referendo.
A Griselda o “Sandra”, le digo que la mayoría de colombianos estamos hartos de tanta vagabundería ¡las FARC deben responder!
Publicado: diciembre 5 de 2020
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