Es tradición por este tiempo que los medios de comunicación hagan balances en referencia a las noticias y hechos destacados del año como también la selección de los o el personaje del año. Sin duda alguna el hecho del año y tal vez de la década sino pasa algo peor que la pandemia en los próximos años será la aparición del virus Covid 19. No recuerdo un hecho presente o de la historia que hubiera amedrantado a la humanidad como lo hizo la actual pandemia que ha dejado más de un millón seiscientos mil muertos. Y no es por el numero de muertos que mido la catástrofe porque la segunda guerra mundial tuvo más de seis millones de muertos, sino por las repercusiones que tuvo en la economía del mundo, en la salud mental y física de los seres humanos, y el efecto desbastador en la calidad de vida de la sociedad.
En Colombia los efectos no fueron menores a los de otros países de Latinoamérica o del mundo. Ocupamos el puesto 11 en numero de contagiados (1.498.160), el puesto 13 en número de fallecidos (39.053). Estas cifras al compararlas con la tasa de letalidad donde Colombia ocupa el puesto 44 (2,74%), el puesto 24 por muertes por millón (796/M), y el puesto 27 de número de casos activos (71.012), permite probar que el manejo dado por el presidente de la República y su equipo de gobierno para mitigar los efectos de la pandemia han sido éxitos sí lo ponderamos con el grado de responsabilidad que le asiste también a la ciudadanía la cual ha sido decepcionante.
Y me refiero a estas estadísticas porque si se trata de escoger y elegir un personaje del año en Colombia ese debe ser el presidente de la República. Colombia ha sido un país golpeado por hechos naturales, por la violencia, por el narcotráfico, por el terrorismo, por la corrupción y la indiferencia, pero ningún hecho como la pandemia había arrinconado en su totalidad a la sociedad, al sistema sanitario, a la economía que la dejo en la peor de sus recesiones, a las familias, las cuales quedamos técnicamente en “detención domiciliaria” por varios meses. Lo vivido fue apocalíptico.
Pero fuera de la pandemia y sus efectos al presidente Duque le tocó enfrentar este año la más rabiosa oposición política gestada en los intestinos de Gustavo Petro quien aprovechando su condición de excandidato presidencial y líder de la izquierda desde el Senado de la República distorsiona el derecho que le asiste a hacer oposición para convertirlo en un instrumento para desestabilizar el país a través de mensajes e incitaciones que ha llevado a sus seguidores a cometer actos vandálicos, violentos y terroristas, en las principales capitales del país una vez se levanto el confinamiento obligatorio para la totalidad de la población.
Es que no se pedía menos de Petro y de la izquierda en la pandemia, pero si se esperaba que se comportaran con sentido solidario y patriótico en medio de un hecho impensado que dejo en jaque a la humanidad. Pero no, por el contrario, reaccionó como lo que es, un delincuente que no repara en nada para cumplir con sus fines. Pero la intención no es repasar en la oscuridad de Petro, es exaltar que en medio de la perfidia de Petro, el presidente Duque supo administrar con rigor la toma de decisiones para no dejar desbaratar el barco en medio de la tormenta.
Es que no solo fue la pandemia. Este año también nos golpeó el invierno, los huracanes, la anarquía, la crudeza de la muerte generada por el poder del narcotráfico. Pareciera que todas las fuerzas del mal hubieran pasado por la Nación.
La oposición, entre los que se encuentran los directores y periodistas de los principales medios, critican sin rigor porque el presidente acudió a las redes sociales, a los medios de comunicación institucional para comunicar, para contar, para escuchar, para dialogar con los colombianos todos los días, sobre las 6 de la tarde. Dicen que nadie lo ve, lo dicen ellos, tal vez, porque saben que cada día pierden sintonía, por hacer precisamente eso, criticar sin fundamento. Tal vez quienes estamos metidos en la celeridad de la cotidianidad urbana no veamos el programa, pero esta probado por otra encuesta, la de Invamer, que la gente de la provincia, esa que llama la academia, la Colombia profunda, sí vio y sigue viendo el programa.
Tal vez el programa incomode porque el presidente chivió diariamente a todos los medios de comunicación. Era el presidente y no los medios de comunicación quien informaba al país que la gente vulnerable que reciben asistencia a través de los programas de Prosperidad Social recibió y siguen recibiendo ingresos adicionales que sumado al Ingreso Solidario se convirtieron en el sustento de millones de personas durante meses.
El presidente es el personaje del año, no por cumplir con su deber constitucional sino porque no reparó en mezquindades para señalar a quienes teniendo el deber para enfrentar y atender con hechos presupuestales la pandemia no lo hicieron, ni por avanzar con grandeza y altura cuando la perramenta le ladraba, sino porque se comportó como estadista en el momento que más lo necesitaba y exigía el país.
Publicado: diciembre 15 de 2020
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