La selección es más que un equipo de fútbol, es la bandera de todo un País. Un símbolo de unidad que supera ideologías, estratos, regiones o colores. Subestimar su importancia es ingenuo y su futuro no es un aspecto menor.
Cuando llegó Pekerman en 2012 el panorama era claro: llevábamos 3 mundiales consecutivos sin clasificar. Después de una camada de jugadores espectacular en los 90’s el recambio generacional nos costó y no pudimos volver a tener la solidez a la que nos habíamos acostumbrado.
No era un panorama sencillo. Sin embargo, habíamos contratado a un timonel con experiencia, un zorro viejo acostumbrado al entorno de selecciones y a manejar los egos de planteles llenos de estrellas.
Los resultados son más que conocidos. No sólo clasificamos a Brasil 2014 y Rusia 2018, sino que el equipo mostró una solidez que ilusionó a todo un País. Colombia se trepó al top 10 de las mejores selecciones del mundo y si aquel árbitro en Fortaleza no le hubiera anulado erróneamente el gol a Yepes, otra sería la historia…
Aunque muchos no estuvimos de acuerdo con su salida, la era Pekerman llegó a un fin. La vara quedó alta y volvimos a tener un panorama similar al de comienzos de siglo: un País acostumbrado a ganar y un difícil recambio generacional.
Queiroz fue la solución de olvido de la Federación. En dos fechas recibimos 9 goles y perdimos contra dos rivales directos. Quedamos lejos de los primeros tres puestos y ahora debemos luchar por dos plazas por las que compiten cuatro equipos. Sencillamente tiramos al piso el trabajo de varios años.
Además, por eliminatorias hace mucho no le ganamos a los equipos grandes y no podemos pretender clasificar dependiendo exclusivamente del calor de Barranquilla a las 3 de la tarde. El equipo debe mostrar carácter y salir a jugarle de igual a igual a Brasil y Argentina, no sólo agrandarse con Bolivia o Venezuela.
¿Debe ser el nuevo técnico Reinaldo Rueda, Juan Carlos Osorio o un extranjero?
No lo sé. Lo cierto es que más allá de la nacionalidad del entrenador, lo importante es que tenga experiencia y manejo del plantel. Con la selección no se puede improvisar y así como se necesita a alguien que sepa estructurar un modelo de juego que le dé identidad al equipo, también se requiere un líder que ponga la casa en orden y no ceda ante los caprichos y arrebatos de los jugadores.
Representar a Colombia debe ser un orgullo para cualquier jugador y las convocatorias no se pueden convertir en una lucha de egos y arrogancias. El País está primero que los intereses individuales y es hora que se vuelva a estructurar un proyecto a mediano-largo plazo que cuente con el respaldo de los directivos y no quiebre ante las presiones de los periodistas.
Publicado: diciembre 11 de 2020
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