El fracaso del Plan Colombia no es un problema para este Gobierno, sino para todo el País. La cooperación internacional que le ha brindado Estados Unidos a Colombia durante 20 años ha sido fundamental para mejorar los indicadores de seguridad, combatir el terrorismo y recuperar el control territorial de la geografía nacional. Sin embargo, todo podría irse al piso si no se reactiva la fumigación aérea cuanto antes.
Cuando hace 20 años los Presidentes Clinton y Pastrana negociaron el Plan Colombia tenían claro que la reducción de los cultivos de coca requería un combate frontal a las organizaciones terroristas que controlaban su producción.
Por eso, la cooperación de Estados Unidos no se centró exclusivamente en realizar incautaciones u operativos antinarcóticos, sino que también modernizó la infraestructura de la Fuerza Pública para que el Estado pasara a desplegar una contundente ofensiva militar contra la criminalidad.
Los resultados dentro de los primeros 12 años fueron espectaculares. Pasamos de tener 169.800 hectáreas de coca a 48.000, los secuestros y homicidios se redujeron en más del 90% y 50% respectivamente, se desmovilizaron 50mil miembros de grupos armados y no había municipio vedado para la presencia institucional.
El Plan Colombia era todo un éxito…
No obstante, desde el 2014 todo cambió. Aunque afortunadamente el País no volvió a vivir la grave crisis de seguridad que existía en 2001, los cultivos ilícitos se dispararon hasta llegar a 208.000 hectáreas en 2018. Es decir, en seis años se tiraron a la basura todos los esfuerzos hechos en la década anterior.
El gran problema de esto, adicional a la perduración de la violencia en ciertas zonas de Colombia, es que para Estados Unidos no está siendo rentable este programa, tal como lo retrató una subcomisión del Congreso de esa Nación. En efecto, en dos décadas el Gobierno Americano le ha entregado a nuestro País US$11.600 millones sin que a la fecha se vean resultados concretos. De hecho, nada más este año a las arcas del Presupuesto General de la Nación ingresaron US$448 millones, unos $1.6 billones de pesos aproximadamente.
Estos recursos, cabe resaltar, no solamente son vitales para el funcionamiento del sector defensa, sino que también contemplan la financiación de un paquete de programas para fortalecer la presencia institucional en zonas históricamente afectadas por la violencia, así como ayuda a comunidades vulnerables y migrantes.
Debido a esta situación, es urgente que el Gobierno salga al rescate del más importante acuerdo de cooperación internacional que tiene Colombia y para hacerlo la reactivación de la fumigación aérea es indispensable.
Todos sabemos que los cultivos ilícitos no van a disminuir con una erradicación manual que es ineficaz y que pone en riesgo a nuestros soldados, por lo que el único camino para que perduren las necesarias relaciones con nuestro mayor aliado político, militar y económico es a través de la aspersión con glifosato.
Publicado: diciembre 4 de 2020
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