La semana política no pudo ser más extraña. Ya sabíamos, desde hace mucho tiempo, que la izquierda radical ha combinado históricamente todas las formas de lucha a fin de posicionarse mejor en el ajedrez electoral, que es precisamente lo que está ocurriendo de cara a la contienda del 2022. Sin embargo, jamás pensamos que llegásemos a ver un debate tan decadente cómo el de esta semana, en donde Petro, Cepeda, Roy y otros tantos parlamentarios, sin pena alguna actuaron de manera oficiosa como abogados del narcoterrorista Santrich.
Lo anecdótico de todo esto, como no, es la desfachatez con que los mayores lagartos y compinches de las FARC, saltaron a defender a Santrich, vendiéndolo como un pobre incapaz que cayó en las garras de la perfidia estatal. A Santrich, o sea, al terrorista, al alzado en armas, al secuestrador, al violador, al amigo del comunismo chavista, al narco, a ese mismo Santrich, ahora lo quieren pasar por víctima de un montaje en contra de las FARC y su mal habido acuerdo que no ha hecho más que ser el fuego de nuevas violencias en nuestro país.
Para colmo de males, desde alguna selva de Colombia o Venezuela, Santrich aprovechó para agradecer los buenos oficio. En esa colada estuvieron los Cepedas, los Petros, los Roy, mejor dicho, la crema y nata de los lagartos, los camaleones, los “nuevos” fichajes del neosocialismo y cuadros activos del brazo político de las FARC. Pero Colombia no es ciega. Colombia sabe quienes fueron capaces de apoyar a Santrich en contra de la institucionalidad. No se puede olvidar esta vergonzosa actuación de algunos parlamentarios, sumisos y obedientes a las tesis del antiguo negociador. Basta ya de tantos atropellos.
En Colombia, los engañados fueron todos aquellos quienes legítimamente creyeron en el Acuerdo de Paz de Santos y en la voluntad de reconciliación de las FARC. Santrich solo fue un viejo narco incapaz de cambiar y adaptarse a la legalidad, quizás víctima de su propia visión donde se veía congresista y traficante impune al mismo tiempo.
Debemos Pararle-Bolas al atropello a la institucionalidad. De manera progresiva, la izquierda ha lanzado sistemáticamente acusaciones en contra de la Fiscalía, la Presidencia, el Congreso, la Fuerza Pública, pero son esos mismos actores políticos los que defienden a los alzados en armas y traficantes de coca. Pasaron de defender la paloma de la paz de Santos a defender la santa paloma de Santrich, en ambos casos con mentiras, pero ahora sin contar con la mermelada santista que tanto intoxicó a los defensores del Acuerdo de Paz. Hay que pararle bolas al 2022, no podemos sucumbir ante la desgracia que supone el brazo político de la mayor narcoguerrilla del mundo ni mucho menos hacernos los invidentes.
Publicado: noviembre 30 de 2020
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