La participación del general Mora Rangel en la farsa de La Habana, fue desconcertante. Él, que fue un oficial recio, terminó rindiéndose ante la mermelada santista y vendió su honor y dignidad por unos cuantos miles de millones de pesos, traicionando a las Fuerzas Militares y al Ejército, ese mismo que él comandó durante algunos años y del que salió por sus desavenencias con la conflictiva Marta Lucía Ramírez cuando fungía como ministra de Defensa.
Santos necesitaba tener en La Habana a un oficial del Ejército para darle un toque de legitimidad al acuerdo de impunidades que pactó con los terroristas de las Farc.
Ni a Humberto de la Calle ni a su contraparte -el mafioso Iván Márquez- les interesaba tener en cuenta las opiniones del general Mora. Él fue un simple monigote al que sentaron a la mesa para que posara para las fotos y, lo más importante, para que bendijera el acuerdo final con su firma.
Ninguna atención le prestó el general a quienes le imploraban que hiciera valer los derechos de las víctimas durante la etapa de negociación. Desoyó los clamores de millones de colombianos que rechazaban la generosidad con que Santos estaba tratando a los genocidas de las Farc. Seguramente, el general estaba ocupado firmando millonarios contratos con la presidencia de la República y por eso no se dio cuenta de las quejas de los ciudadanos.
Tampoco hizo nada para evitar el fraude del plebiscito de 2016, en el que la mayoría votó por el NO y sin embargo Santos -con el respaldo de sus negociadores- desconoció la voluntad popular.
Muy orondo, el general Mora estuvo en primera fila durante la firma del acuerdo espurio, evento que tuvo lugar en el teatro Colón, en Bogotá.
Mientras Santos le entregaba la democracia a las Farc, violando el sentir del constituyente primario, Mora Rangel aplaudía emocionadamente, una imagen que el país no puede olvidar jamás.
4 años después de ese acto de traición democrática, ha reaparecido el excomandante del Ejército expresando críticas al acuerdo. Aseguró que en La Habana se negociaron las instituciones del Estado, algo que era evidente. Pero, ¿por qué lo dice hasta ahora? ¿Será que el general, que es conocido por su astucia y su sagacidad, no leyó el acuerdo final?
Las palabras de Mora son tardías y se equivocan quienes lo aplauden. Ese oficial, que otrora gozaba de una gran respetabilidad, traicionó al país, traicionó al Ejército y se rindió a los pies de los terroristas, algo que es radicalmente imperdonable.
Sus palabras son lágrimas de cocodrilo. Él, tendrá que cargar para el resto de su vida, con la vergüenza y el deshonor. Tuvo en sus manos la oportunidad de evitar que el país le fuera endosado a las Farc y no lo hizo.
Publicado: noviembre 24 de 2020
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