El corredor verde y Transmilenio por la 7ma son lo mismo: biarticulados con carriles exclusivos. La diferencia, es que ahora toca comenzar todo desde cero. Además, los recursos invertidos por la pasada administración en diseños y compra de predios quedarán en el aire y la ciudad deberá estructurar una nueva licitación eterna. Todo, para saciar un nuevo capricho de Claudia López.
Cuando Enrique Peñalosa llegó por segunda vez al Palacio de Liévano tenía claro que la séptima requería una intervención urgente. Recorrer la totalidad de la vía en hora pico tomaba dos horas y media y a futuro la velocidad promedio no superaría los 10 km/h. Un trayecto sencillamente inviable.
Por eso, su administración estructuró Transmilenio por la 7ma. Un proyecto que renovaba 20 km de vías, construía 400.000 metros cuadrados de espacio público, 11 km de ciclorutas y disminuía el tiempo de desplazamiento a tan solo 50 minutos. Para hacerlo realidad se destinaron $2.4 billones, incluyendo $20.000 millones en estudios y $320.000 millones en compra de predios.
La licitación se inició, pero después quedó suspendida por orden de un juez. Paralelamente, la campaña a la Alcaldía tomó fuerza y Claudia López prometió tumbarla para que $2 de los $2.4 billones que costaba se destinaran a extender el metro hasta Suba y Engativá. Una propuesta que ilusionó a los habitantes de dos de las localidades más pobladas de la ciudad y que fue clave para capturar votos.
El tiempo pasó, Claudia llegó a la Alcaldía y en vez de destrabar judicialmente la licitación, decidió revocarla. La ampliación de la línea de metro no se volvió a mencionar y ahora anunció la puesta en marcha del corredor verde, un proyecto que no presenta cambios significativos frente al adelantado por la anterior administración.
En efecto, no se está cambiando Transmilenio por un tranvía, un metro elevado/subterráneo o cualquier otro sistema de transporte masivo, sino que se mantiene la misma estructura de biarticulados con carriles exclusivos, recuperación de espacio público y ciclorutas. Ah, y también cuesta $2 billones. En esencia es lo mismo, solo que con nombres y colores diferentes.
No es Transmilenio, es corredor verde. No son buses rojos, ahora serán verdes. Una ridiculez…
El problema de todo esto recae en que los millonarios recursos invertidos en estudios y compra de terrenos durante el Gobierno Peñalosa terminarán en la basura. Ahora, los nuevos diseños podrían costar $11.883 millones y la gestión predial ascendería a un estimado de $84.072 millones.
Adicionalmente, se vuelve a comenzar desde cero toda la licitación, a pesar que estaba bastante adelantada. De hecho, de haberse continuado seguramente las obras hubieran comenzado hace rato. El proceso nuevo puede tomar meses o incluso años, sin saber en qué momento un juez ordena una medida cautelar que lo paralice indefinidamente.
Mientras tanto, la 7ma continuará en el corto plazo sin una solución real de movilidad, más aún cuando el Distrito decidió imponer el poco frecuentado bici carril exclusivo de norte a sur que pone a competir a buses y particulares por el mismo escaso espacio. Todo, repito, para saciar un costoso capricho de Claudia López, quien se hizo elegir con discursos anti Transmilenio, pero que gobierna extendiendo la red de biarticulados por la ciudad y apropiándose de las obras ejecutadas por la administración Peñalosa.
Publicado: noviembre 25 de 2020
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