Es inequívoco que la extrema izquierda colombiana, con toda la perversidad y mezquindad posibles, está tratando de sacar provecho político de los hechos de orden público que se registran en el país, específicamente de los casos fatales en los que ciudadanos pierden la vida en episodios confusos, donde hay miembros de la Fuerza Pública involucrados.
Empecemos por confirmar que nuestras Fuerzas Militares y de Policía son instituciones civilistas, profundamente profesionales y sus integrantes, hombres y mujeres de las más altas calidades personales, profesionales y morales.
La Fuerza Pública de Colombia, no es la estructura delincuencial que quiere mostrar el bandolero del M-19, Gustavo Petro. Todo lo contrario. Gracias a nuestros soldados y policías, la democracia colombiana no ha sucumbido ante el asedio del narcotráfico y del terrorismo, dos manifestaciones delictivas a las que Petro y sus conmilitones son en extremo cercanos.
Por supuesto que conduelen las situaciones registradas. Es lamentable lo que ha sucedido, pero antes de emitir juicios y hacer generalizaciones bellacas, tramposas e inaceptables, deben adelantarse las respectivas investigaciones para efectos de determinar realmente qué sucedió y si efectivamente hay responsabilidad penal de los uniformados involucrados en los procesos judiciales que hasta ahora empiezan a surtirse.
La extrema izquierda, con el respaldo de algunos medios de comunicación que parecen entregados a la agenda antidemocrática, ha empezado a difundir una tesis delicadísima, en el sentido de que todas las víctimas mortales que arroja la situación de orden público que se padece en el país, son de responsabilidad del Ejecutivo.
Ni a Petro, ni al jefe del cartel de los falsos testigos, alias ‘Don Iván’ les tiene con cuidado la vida del señor Javier Ordóñez, ni lo que le sucedió al transexual que respondía al nombre de Juliana Giraldo Díaz.
Pero, en cambio, sí se han valido de esas situaciones para sacar provecho político, estimulando la ira y la falsa indignación dentro de sus prosélitos. A través de las redes sociales, los energúmenos seguidores de Petro, se encargan de desatar verdaderas campañas mafiosas de intimidación y agresión contra aquellos que tengan el coraje de cuestionarlos o de enfrentarlos.
Cuando una corriente política -como es el caso de la extrema izquierda neocomunista de Colombia- sustenta su proyecto sobre los muertos que arroja la violencia, inexcusablemente necesitará que su discurso continúe recibiendo “insumos”. Así que, ¡oh paradoja!, los únicos que obtienen algún beneficio macabro de las manifestaciones de violencia, son precisamente ellos: Petro, ‘Don Iván’, el narconovelero Gustavo Bolívar y demás miembros de esa cuadrilla extremista que promueve la demolición de nuestro régimen de libertades democráticas.
Los colombianos estamos haciéndole frente a una forma de hacer política totalmente inédita. Las ideas, las soluciones y los grandes planteamientos de país, fueron alevosamente desplazados por los insultos y las humillaciones. Ahora, la política se está haciendo a punta de madrazos, de intimidaciones y de amenazas.
Estamos ante una versión criolla del ejército bolchevique. A los altos funcionarios del gobierno de Duque, los amenazan de todas las formas posibles. Alias ‘Don Iván’, experto en montajes judiciales, ofrece cárcel, mientras que los militantes de esa facción violenta denominada ‘Colombia Humana’, invitan a la toma de las residencias de los ministros para efectos de -en sus propias palabras- obligarlos a huir del país.
Y con todo cinismo, los cabecillas de esa organización delincuencial se atreven a presentarse como exponente de la política de la concordia y del amor (¡!).
El panorama es en extremo complicado. El nivel de ira es demasiado alto y el gobierno no ha querido o podido controlar los ánimos.
De continuar transitando por ese enrevesado sendero por el que la extrema izquierda ha conducido al país, lastimosa pero irremediablemente, esos desadaptados sociales pasarán de los insultos, amenazas y señalamientos en las redes sociales, a la acción violenta.
Publicado: octubre 2 de 2020
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