No más curules

No más curules

Aunque la intención es interesante, ampliar 12 curules en el Senado bajo las condiciones actuales sería un descaro. Antes de incrementar la representación de ciertas regiones en el Congreso, que en sí no tiene nada de malo, es necesario cambiar el régimen salarial de los parlamentarios. De lo contrario, esta propuesta nos costaría un ojo de la cara a los colombianos.

Como tal, uno de los tantos cambios que introdujo la Constitución de 1991 fue el intento de profesionalizar el ejercicio congresional. Es decir, en ese momento se buscó que los parlamentarios se dedicaran exclusivamente a su labor en el Congreso y no alternaran estas funciones con otros trabajos de índole privado, de tal manera que el País tuviera una rama legislativa más sólida.

Debido a esta razón, es que a los congresistas se les paga salario y no honorarios y se les prohíbe tener cualquier otra vinculación laboral. Además, para evitar que los parlamentarios se aumentaran el sueldo todos los años en la ley del presupuesto, se estableció en la Constitución la fórmula que se utilizaría para calcular su asignación mensual.

Hasta ahí, todo iba bien. Sin embargo, con el paso del tiempo se evidenció que la mencionada fórmula resultó siendo terriblemente desproporcionada, dado que permitió que de 1991 a 2018 el sueldo de los congresistas aumentara 43 veces, mientras que el salario mínimo en ese mismo periodo solamente se multiplicó por 13.

Como consecuencia, cada vez es más costoso para el erario público financiar al Congreso. Por eso, es inconcebible la propuesta de incrementar 12 curules en el Senado, dado que tal acción nos costaría a los colombianos cerca de $12.960 millones adicionales al año.

Claro, es verdad que la circunscripción nacional en Senado genera una sobre representación de algunos departamentos en detrimento de otros que no cuentan con un solo parlamentario. No obstante, para que esta discusión sea políticamente viable debe ir de la mano de una modificación en el régimen salarial de los congresistas.

En efecto, buscar que todas las regiones tengan voz en la cámara alta no es para nada malo. De hecho, contribuiría en gran medida a evitar la concentración de recursos, proyectos e iniciativas en los departamentos con mayor población, tal como sucede en Estados Unidos, donde todos los estados, sin importar su número de habitantes, eligen dos Senadores, lo cual equipara el peso político entre grandes y pequeños.

Empero, para que eso suceda es necesario hacer una de dos cosas. La primera, cambiar la fórmula de asignación salarial de los congresistas en la Constitución, de tal forma que se logre disminuir el costo del Congreso. La segunda, echar para atrás la dedicación exclusiva de los parlamentarios y permitirles ejercer sus profesiones de manera paralela a su ejercicio congresional, con lo cual no percibirían salario sino honorarios, lo que debe ir de la mano del establecimiento de un claro régimen de conflicto de intereses.

Hasta que alguna de esas situaciones no ocurra, el Congreso le debe cerrar las puertas a esta propuesta en la reforma política. Lo último que necesita el País es que en plena pandemia se dejen de destinar recursos al PAEF o al Ingreso Solidario para entregárselos a más burocracia en el capitolio.

@Tatacabello

Publicado: octubre 30 de 2020

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