De la noche a la mañana se armó la minga. 10 mil personas llegando a Bogotá en medio de la pandemia que tiene en jaque a la economía. Lo importante, más allá de discutir si los reclamos de las comunidades indígenas del Cauca son legítimos o no, es hacerse ciertas preguntas sobre este proceso:
1. ¿Quién financia la travesía de la minga?
Si somos sinceros, la movilización que se está adelantando es considerablemente costosa. Estamos hablando de transportar a 10 mil personas para que recorran casi 500 kilómetros ida y vuelta, lo cual conlleva gastos en buses, gasolina, peajes, alimentación y hospedaje, a lo cual hay que adicionar lo que destinen para su manutención durante el tiempo que pretendan estar en Bogotá.
Es decir, una movilización de esta naturaleza solamente es comparable con el desplazamiento de varios batallones militares a zonas de combate. Si las comunidades alegan falta de recursos, de dónde sacaron varios cientos, si no son miles, de millones de pesos para financiar semejante travesía…
2. ¿Por qué la minga se rehusó a dialogar con la comitiva que el Gobierno envió al Cauca?
La justificación que da la minga para ir a Bogotá es que el Presidente Duque se negó a conversar directamente con ellos. Sin embargo, no fueron pocos los funcionarios del alto Gobierno que se desplazaron al Cauca: Ministros, Viceministros, Directores de Departamentos Administrativos, etc.
Prácticamente media administración fue hasta ese Departamento para que los líderes de la minga se rehusaran a expresarles sus preocupaciones. Una actitud que parece más un capricho político que otra cosa…
3. ¿Permitirán los Gobiernos Nacional y Distrital que la minga llegue a Bogotá?
Si hay una ciudad que se ha visto afectada por la pandemia es Bogotá. Allí se concentraron el mayor número de casos de covid-19 y la ciudad tuvo la cuarentena más larga de todo el País, a tal punto que solo después de seis meses fue posible disminuir la ocupación de las UCI y reabrir parcialmente la economía.
Sin embargo, algunas restricciones persisten y los eventos, conciertos, bares y discotecas seguirán cerrados por el resto del año. En este contexto, la llegada de la minga a Bogotá implica insertar en la ciudad un foco de contagio de 10 mil personas que no cumplen en lo más mínimo los protocolos de bioseguridad.
Si con las marchas de hace dos semanas se elevó el porcentaje de ocupación de las UCI, con esta movilización se disparará ese indicador de manera alarmante, pavimentando el camino para una nueva cuarentena. Ciertamente no sería justo que los maratónicos esfuerzos de los comerciantes formales por subsistir se vieran tirados a la basura por una movilización irresponsable donde, entre otras, abundan las fiestas nocturnas.
Por eso, los Gobiernos Nacional y Distrital deberían evaluar la posibilidad de impedir la llegada de la minga a Bogotá. El Presidente es el responsable del mantenimiento del orden público, la Alcaldesa es la primera autoridad de Policía en la ciudad y en estos momentos el País no se puede dar el lujo de volver a detener el 25% de la economía nacional que se concentra en la capital.
Bienvenida la protesta pacífica para la consolidación de la democracia, pero trasladar tal cantidad de personas en medio de la pandemia que le ha costado la vida a 28.306 compatriotas es una arrogante irresponsabilidad que debe ser detenida antes que sea muy tarde.
Publicado: octubre 16 de 2020
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