No obstante estar en pleno Siglo XXI y cuando se supone que se tiene la convicción y seguridad de haberse superado estadios de salvajismo y de barbarie por convivir en unas sociedades posmodernas a la luz de la ciencia y el derecho, en Colombia, dadas las actuales circunstancias de violencia, da la sensación que todavía continúa imperando “La Ley del Talión”.
El principio del Talión consiste en causar al delincuente el mismo daño que causó.
“Aparece en Babilonia, en el Código de Hamurabi, quinientos años antes de la legislación mosaica. Pero fue el pueblo hebreo quien la instituyó como ley penal exclusiva y la aplicó rigurosamente de acuerdo con los preceptos bíblicos (Éxodo, cap. XXI) que establecen la obligación de pagar ojo por ojo, diente por diente. Los griegos, romanos y germanos aplicaron también el Talión y, además, formó parte de las legislaciones penales de la edad media, y el derecho canónico lo incorporó para sancionar ciertos delitos…”.
Sin embargo, con el transcurso del tiempo y dado el alto grado de arbitrariedades y atropellos que a nombre de la llamada “Ley del Talión” muchas veces se cometían contra personas inocentes, fue siendo rechazada por la moral, la ciencia y el derecho, gracias al desarrollo intelectual y madurez política y jurídica que empezaron a alcanzar en el Renacimiento los diferentes pueblos en su búsqueda por lograr una libertad y un respeto igualitario de los derechos de los habitantes dentro de leyes que no fueran discriminatorias y solo a favor de unas minorías, y que permitieran, a la vez, la ampliación de justicia en concordancia con la dignidad del ser humano.
En tal sentido, nuestro país, al igual que otros, no fue ajeno a la imperiosa necesidad de instaurar un Estado de Derecho que permitiera la convivencia armónica y pacífica de sus habitantes, a pesar de los diferentes períodos de guerra civiles a que se ha visto abocado a lo largo de toda su historia.
Si bien en la actualidad “Colombia es un país de leyes” que pretende regular la conducta de quienes residen en su territorio a través del aparato jurisdiccional, da la impresión que en materia de aplicación de justicia hemos retrocedido más de un milenio, encontrándonos ahora bajo la sombra de “La Ley del Talión”, como mecanismo “idóneo” para hacer justicia.
Aparte de las venganzas personales, que son una manera de llevar a la práctica “La Ley del Talión”, los enfrentamientos entre miembros de la guerrilla, paramilitares, narcotraficantes, etc., en donde están de por medio las masacres y asesinatos colectivos o individuales de sus simpatizantes o colaboradores, nos demuestran y corroboran cómo el principio del Talión parece que ha vuelto a cobrar vigencia en muchas regiones del país que hoy se tiñen de sangre, dolor y lágrimas.
En el enfrentamiento macabro de todos los actores de esta guerra absurda y demencial que se soporta, se ha originado un “diálogo” en el que unos y otros se dicen mutuamente: “si tú matas a uno de nuestros auxiliadores, nosotros te matamos dos”.
Y eso es lo que efectivamente está sucediendo con tales actores porque para estos la única ley que existe en aras de que se haga justicia es “La Ley del talión”, aunque tengan que morir personas inocentes que no son colaboradoras de ni de unos ni de otros.
Y lo más irónico de todo esto es que una vez se mata a la gente como se lo está haciendo por parte de todas esa amalgama de grupos criminales, sus “jefes” suelen solicitar alegremente y sin ninguna clase de rubor estar dispuestos a adelantar acercamientos hacia un posible proceso de paz y someterse a la justicia, cuando en realidad esto cada vez parece alejarse más y más en medio de tanta barbarie que padecemos.
Publicado: septiembre 23 de 2020
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