La prensa de izquierda, con desbordado entusiasmo, ha salido a aplaudir una tardía y vacía carta suscrita por los cabecillas de la organización terrorista Farc, en la que piden supuesto perdón a las víctimas de secuestro.
En la comunicación que tanta emoción despierta entre los otrora promotores del acuerdo de impunidad con las Farc, se hace un reconocimiento por los secuestros que ejecutó esa estructura, pero ninguno de los firmantes ha tenido el coraje de asumir la responsabilidad directa y personal por ese delito que es considerado como un crimen de lesa humanidad.
Los delincuentes de las Farc tramposamente asumieron una “responsabilidad” grupal como si la organización tuviera vida y criterio propio, cuando es evidente que los crímenes tuvieron que ser planificados y ejecutados por personas determinadas.
No se trata de que las “Farc” reconozcan que secuestraron, porque aquello no sirve para absolutamente nada y tampoco es una medida efectiva de perdón y reparación.
Lo que las víctimas necesitan es que los cabecillas de esa banda que cometieron aquellos delitos, lo reconozcan de manera individual, pidan perdón, digan porqué lo hicieron, procedan a la reparación moral y económica, devolviendo la totalidad del dinero que se embolsaron por cuenta de ese crimen.
Lo demás, son simples pamplinas sin efecto real alguno. No se necesitan frases manipuladoras y tramposas como las que se leen en la carta firmada por la cúpula de esa banda terrorista, sino reconocimiento individual de responsabilidades.
Alias ‘Timochenko’, máximo líder de esa estructura, puso en marcha una estrategia tendiente a morigerar las legítimas críticas que un vasto sector de la opinión ha venido expresando en virtud de los incumplimientos y de la modorra inaceptable de la JEP, tribunal que está al servicio del encubrimiento de los crímenes de lesa humanidad que cometieron los cabecillas de las Farc.
En resumidas cuentas, la denominada ‘declaración’ de las Farc respecto de los secuestros, no es más que una nueva burla a las víctimas de ese flagelo. El falso arrepentimiento que se plasma en esa comunicación no es solución de nada, ni mucho menos un reconocimiento plano de la responsabilidad de los determinadores y autores materiales de esos crímenes que tanto dolor le causaron a la sociedad colombiana.
Publicado: septiembre 15 de 2020
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