No tiene porqué sorprender que la politiquera sala de instrucción de la corte suprema de justicia, haya decidido mantener la competencia frente a la temeraria investigación preliminar que esa corporación adelanta en contra del señor expresidente Álvaro Uribe, por la denominada ‘ñeñepolítica’, montaje urdido por los enemigos del uribismo con el propósito de deslegitimar la elección de Iván Duque en 2018.
Se ha dicho una y otra vez que el tal ‘ñeñe’ Hernández no era más que un fantoche que hacía alarde de sus supuestas conexiones en las altas esferas de la política.
Hernández, un sujeto de pésima categoría, se encargaba de lagartear espacios en eventos políticos para efectos de sacar los respectivos retratos y subirlos a sus redes sociales.
El escándalo está sustentado en unas interceptaciones telefónicas en las que el ‘ñeñe’ habla con otra farsante -María Claudia Daza, conocida con el apodo de ‘cayita’- de unos supuestos aportes económicos a la campaña de Duque.
La transparencia del doctor Duque es a prueba de fuego. Todas sus campañas fueron manejadas con guantes de seda y con absoluto rigor por parte del gerente de las mismas, el doctor Luis Guillermo Echeverri Vélez. Las cuentas fueron oportunamente presentadas ante el Consejo nacional Electoral, entidad que ya dio el visto bueno frente a las mismas.
En cualquier caso, el presidente Uribe no tuvo relación ninguna con los aspectos administrativos de la campaña duquista. De hecho, el exmandatario se limitó a asistir a eventos proselitistas.
Nunca, a lo largo de su amplia carrera política, el doctor Uribe Vélez ha manejado asuntos relacionados con la financiación de sus campañas. Sin excepción, ha delegado esas tareas en gerentes de primer nivel desde cuando aspiró al concejo de Medellín, hasta cuando fue candidato a la Presidencia y, recientemente, al Senado de la República.
Nadie entiende con base en qué elementos materiales probatorios la corte suprema abrió la investigación en contra de Uribe, por los hechos relacionados con el ‘ñeñe’ Hernández. No hay evidencia -y nunca habrá- de que el expresidente haya intervenido en la supuesta movilización de dineros de los que hablan los fanfarrones Hernández y la señora Daza, ella una campeona del chisme, las consejas y las exageraciones.
Alardear, mentir y blasonar son comportamientos que hablan mal de la persona que hace exhibición de los mismos, pero en ningún caso son conductas tipificadas en el código penal. Así que, como no hay evidencia material que confirme lo que Daza y Hernández hablaron por el teléfono, estamos ante una conversación de dos mentiroso que intentan impresionarse el uno al otro.
Pero a la sala de instrucción de la corte suprema le importa todo, menos el derecho y las pruebas. Muchos de sus unos magistrados son vulgares operadores políticos que se valen de su condición para hacer ajustes de cuentas de orden ideológico. Aquello explica porqué, de manera desconcertante, dispusieron mantener la competencia para continuar la burda investigación que se adelanta en contra del presidente Uribe por esa patraña llamada ‘ñeñepolítica’.
Publicado: septiembre 30 de 2020
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