«Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados» Esta frase, tan antigua como la humanidad misma, cobra vigencia hoy más que nunca en nuestro país, gracias a un sistema judicial que ha venido perdiendo credibilidad en los ciudadanos, por algunas decisiones politizadas, prejuiciosas y sesgadas, que están lacerando la Democracia y los derechos fundamentales de ciudadanos que, siendo honorables, terminan vilipendiados, mancillados en su honra y hasta privados de su libertad.
Cuando uno revisa una a una las actuaciones por ejemplo de Cesar Reyes, magistrado de la Corte Suprema de Justicia, y quien utilizó el mamotreto de mentiras orquestado por el cuestionado José Luis Barceló, construido con el único propósito de encarcelar al presidente Uribe, entiende por qué las actuaciones de la Corte Suprema siempre estuvieron viciadas.
Para nadie es un secreto que Barceló es un personaje tan oscuro como poderoso, al punto que aún conserva una influencia casi perversa en la Corte donde nombró muchos de sus amigos, y que tras su retiro obligado de ese organismo de justicia, tenía que dejar el caso Uribe en manos de su mejor escudero y lacayo, el corrupto Magistrado Reyes. El mismo Barceló que juró borracho no descansar hasta encarcelar a Álvaro Uribe y a como diera lugar, participó en la elección tanto de Reyes como de los magistrados que terminaron firmando la detención del expresidente.
El silencio cómplice, el descaro absoluto
Hay quienes dicen que un juez no solo debe ser justo, sino además parecerlo a sus justiciados, pero eso al magistrado Reyes parece no importarle. Se hizo ponente del caso aun sabiendo que el proceso estaba viciado. No era un caso ajustado al derecho, sino un proceso mal fabricado, y en el que se violaron todos los derechos del procesado, que nunca fue llamado a rendir versión libre. Un caso manipulado sobre la base de pruebas obtenidas de manera ilegal. Pruebas que además fueron manipuladas y filtradas selectivamente a periodistas que son abiertamente enemigos de presidente Álvaro Uribe.
Pero la desfachatez de este corrupto no para ahí. Reyes tenía conocimiento que en 2016 su padrino el Magistrado Barceló conoció una declaración del testigo Carlos Enrique Vélez en donde decía que Iván Cepeda le ofreció a él unos beneficios para que declarar contra Álvaro Uribe Vélez. Cepeda, el Senador de las FARC, estaba denunciado en la Corte, pero Barceló no solo lo exculpó impunemente, sino que nunca le compulsó copias, y por el contrario, lo protegió legalmente, y puso a Cepeda como víctima del proceso para fortalecer su intención de acabar políticamente con su enemigo declarado Álvaro Uribe.
Antes que obrar como juez, Reyes ha sido un abogado de Cepeda. Ahora que el proceso se ha hecho público, el país ha podido conocer como en las audiencias, el corrupto juez advierte a Cepeda sobre qué decir, y qué no decir para evitar que se incrimine ante las pruebas que claramente muestran que fue Cepeda quien sí visitó cárceles para comprar falsos testigos, haciendo tratos con criminales como Monsalve, cuya credibilidad quedó por el piso al demostrarse que recibió por parte de alias «don Iván», no solo beneficios carcelarios, sino también millones de pesos en efectivo, y hasta una pomposa finca. Todo eso lo sabía Reyes, pero guardó silencio, y continuó su carrera por mancillar el honor de Uribe, hasta el punto de ponerlo preso para consumar la infamia.
Ese es el magistrado Reyes, esa es la calidad de algunos de los Jueces que tiene la honorable Corte Suprema de Justicia. Un sujeto sin escrúpulos, y que le está pagando favores a los enemigos de Uribe; a Barceló, el haberlo elegido para el cargo que ostenta. A Juan Manuel Santos, el haberle otorgado millonarios contratos con dineros del proceso de paz, con la empresa que luego, y soterradamente puso a nombre de su hija, una niña de escasos 19 años, y todo para tapar el entramado de corrupción. contratos que a todas luces están viciados, al punto que la interventora del mismo, terminó premiada, trabajando la oficina de Reyes, es decir; no estamos hablando de un pinche leguleyo, sino del rey de los corruptos.
Toda esta sarta de mentiras ha comenzado a salir a la luz pública, y esto por supuesto, ha comenzado a abrir los ojos a los colombianos que aún no damos crédito a tanta maldad enquistada en quienes tienen la responsabilidad de impartir justicia en el país.
Hoy la Corte Suprema de Justicia ha perdido la competencia para Juzgar a Álvaro Uribe, y el caso pasó a la Fiscalía General de la Nación, donde, estoy segura, la historia será diferente, y habrá un juicio justo en el que se respetarán los derechos del procesado, entre ellos el que pueda defenderse en libertad, y entonces el país entero conocerá la verdad.
Pero el daño ya está hecho. Álvaro Uribe no solo ha padecido la privación de su libertad, sino que además ha sido sometido al escarnio por cuenta de sus malquerientes, y ha visto lacerado el bien más preciado que tienen los grandes hombres, su honorabilidad.
Colombia también ha perdido al mejor Senador de la República, y de paso al hombre que nos salvó de ser un país inviable, sometido por el terrorismo del grupo criminal más infame de todos los tiempos, y cuyos miembros, violadores, secuestradores, reclutadores y asesinos, terminaron impunes al amparo de un Tribunal de Justicia que como la JEP, fue diseñado para favorecer criminales, porque de ese tamaño, de esa calidad y de ese resorte es la justicia que impera en Colombia.
Vale la pena preguntarnos; si un juez corrupto como Reyes tiene el poder y la habilidad para hacerle daño de manera visceral y descarada a un hombre de las calidades de Álvaro Uribe, que ha sido Gobernador, Congresista, y dos veces presidente de la República, ¿qué no harán con el colombiano de a pie, ese ciudadano del común, vulnerable, que por azares de la vida, un día cualquiera termine siendo víctima de alguna infamia? Si esto es así, apague y vámonos.
Por esto y por mucho más es que reitero; «Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados»
Publicado: septiembre 18 de 2020
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