Transmilenio por la 7ma era una propuesta que suscitaba un álgido debate. De eso no hay duda. No solamente por la necesidad de mejorar el tráfico de una de las principales vías de la ciudad, sino también porque era un proyecto bastante invasivo. Sin embargo, más allá de las posiciones técnicas y políticas tanto a favor como en contra, lo cierto es que la propuesta de Claudia López para este corredor vial no es nada distinto a una inaceptable y dañina improvisación.
Ante todo, la necesidad de un sistema de transporte articulado para esta avenida era evidente. La falta de ampliación de la red de Transmilenio durante 12 años causó una saturación sin precedentes en el sistema. De hecho, actualmente en Bogotá solo hay construidos 114km de los 380km que debería tener de acuerdo a las proyecciones realizadas en el 2000.
Además, análisis técnicos prevén que durante los próximos 10 años la velocidad promedio de la 7ma descendería a tan solo 10km en hora pico. O sea, rinde más caminar. Por eso, la administración Peñalosa buscó sacar adelante el Transmilenio en este corredor vial. Un proyecto que disminuía de 2 horas y media a 50 minutos el trayecto desde la 200 hasta el centro, descongestionaba en un 14% la troncal caracas y se conectaba con la primera línea del metro y las troncales 10, 26 y 68.
Una iniciativa con aspectos positivos y negativos, pero al fin y al cabo una solución plausible.
Desafortunadamente, la llegada de Claudia López al Palacio de Liévano tiró al piso esta necesaria articulación vial para el oriente de la ciudad y, lo peor de todo, es que su propuesta de reemplazo no tiene ni pies ni cabeza.
En concreto, el famoso corredor verde de Claudia no es otra cosa distinta a establecer un bici carril exclusivo en el sentido norte-sur desde la 106 hasta la 32. Una decisión que, aunque puede estar bien intencionada, demuestra la falta de planeación de esta administración.
En efecto, si ya de por sí el caos de la 7ma es fatal, ahora con un carril menos de norte a sur esta vía se convertirá en un verdadero martirio para conductores y pasajeros. En tan solo dos carriles tendrán que convivir todos los carros del nororiente de Bogotá con los buses del SITP en un embudo sin fin.
En otras palabras, se aumenta el caos de movilidad, el sistema de transporte de Bogotá continúa estando completamente desarticulado en esta zona y se dejan de construir necesarios puentes como el que iba a acabar con el interminable trancón de la 85 con circunvalar.
Ahora bien, por supuesto que es deseable que las personas cambien los carros y los buses por las bicicletas, pero pretender que eso suceda de forma masiva en estos momentos es absurdo. Las condiciones de seguridad no están dadas para ello. Prueba de esta realidad es que en los primeros siete meses del 2020 en Bogotá el hurto de bicicletas aumentó un 29% frente al año pasado, llegando a casi 6mil casos.
Asimismo, no tiene sentido establecer un bici carril exclusivo en la 7ma cuando a tan solo cuatro cuadras ya existe una estructurada red de ciclorutas que conecta el norte de la ciudad con el centro a través de las carreras 11 y 13, más aún cuando el numero de ciclistas entre semana del dichoso corredor verde no supera un par de deportistas aficionados y uno que otro domiciliario.
Sin lugar a dudas, la improvisación de Claudia López le está generando un daño irreparable a Bogotá. Lejos de mejorar la movilidad de la ciudad con el peor tráfico del mundo, esta administración prefiere encasillarse en discursos ambientalistas sin eficacia alguna y condenar a gran parte de la población a vivir indefinidamente entre trancones eternos sin que desde la Alcaldía se planteen soluciones serias y estructuradas.
Publicado: septiembre 2 de 2020
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