No sé si es miedo, desconfianza o importaculismo, pero lo cierto es que cada vez somos más indiferentes a la inseguridad ajena. El temor de intervenir y resultar agredidos o sencillamente la falta de solidaridad se han convertido en la regla general en las grandes ciudades del País.
En las zonas rurales, afortunadamente, todavía se conserva ese espíritu de unión entre la comunidad, seguramente perpetuado por la cercanía propia de estos escenarios. Pero en las urbes esa cualidad parece ser una lejana anécdota del pasado.
Nada más en Bogotá durante 2019 se registraron 127.913 hurtos a personas, lo cual implica 350 atracos por día. Una barbaridad. Y todos sabemos que en la calle se prefiere mirar hacia otro lado antes que tratar de defender a la víctima de una agresión. En otras palabras, el individualismo desmedido está carcomiendo los cimientos de nuestra sociedad.
Sin embargo, en este crudo contexto todavía hay gestos nobles que nos devuelven la esperanza en un mejor mañana. Por ejemplo, el robo que esta semana detuvo en Bogotá el General Jairo Fuentes, Comandante de la VIII División del Ejército, es sencillamente admirable.
No solamente porque de la mano de su esquema de seguridad logró capturar a los ladrones que minutos antes habían hurtado las pertenencias de unos transeúntes en la ciudad, sino debido a que nos demuestra la necesidad de fortalecer los lazos de cooperación entre las autoridades públicas y la ciudadanía.
En efecto, nosotros no podemos pretender que la seguridad en el País mejore por arte de magia. Puede que tengamos equipos, radares, cámaras, carros y todos los equipos de video vigilancia que queramos, pero de nada sirven estas herramientas tecnológicas si dejamos a un lado la solidaridad entre la ciudadanía.
Nuestro País necesita más gestos como el del General Fuentes. Debemos responder con vehemencia ante las injusticias y reconstruir los lazos de confianza entre las personas. Vivir en las ciudades no se puede convertir en sinónimo de inseguridad y ciertamente la criminalidad no tendrá cabida si sabe que una agresión contra un ciudadano representa un ataque contra toda la comunidad.
Nunca me he cansado de repetir que los héroes en Colombia sí existen. No obstante, la valerosidad de los 442.864 uniformados de la Patria debe extenderse a un liderazgo cívico donde cada uno de los habitantes del territorio nacional actúe como defensor del prójimo.
Si logramos materializar este ideal dejaremos atrás los problemas de déficit de Fuerza Pública que se vive en muchas zonas del País, para, finalmente, lograr construir una red de cooperación que involucre a millones de colombianos.
Solamente con un trabajo solidario, genuino y valeroso por parte de la ciudadanía y las autoridades lograremos acabar con el flagelo de la inseguridad. El País requiere menos individualismo y más cooperación.
Patria, honor, lealtad. AJUA.
Publicado: agosto 21 de 2020
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