“Todo nos llega tarde… ¡hasta la muerte!/ Nunca se satisface ni alcanza/ la dulce posesión de una esperanza/ cuando el deseo acósanos más fuerte. Todo puede llegar: pero se advierte/ que todo llega tarde: la bonanza,/ después de la tragedia: la alabanza/ cuando ya está la inspiración inerte./ La justicia nos muestra su balanza/ cuando sus siglos en la Historia vierte/ el Tiempo mudo que en el orbe avanza;/ Y la gloria, esa ninfa de la suerte,/ sólo en las sepulturas danza. /Todo nos llega tarde… ¡hasta la muerte!”
Poema de Julio Flórez, que Víctor Renán Barco declamó en un recinto del Senado de la República en la oportunidad en la que sus copartidarios, le propusieron fuese el presidente de esa corporación. Y es que “Todo nos llega tarde… ¡hasta la muerte!” cobra vigencia, cuando los partidos políticos están cerrados y trancados por dentro, y no aparecen llaves para abrir sus puertas a nuevos liderazgos que propongan la renovación y modernización, y que impregnen un ambiente de frescura a las organizaciones políticas que pese a la existencia de una ley estatutaria, nada hacen por implementar la ejecución del “Acuerdo Programático Fundamental” suscrito en 2010, entre los partidos políticos con personería jurídica y la ONU. Hoy los partidos políticos, con algunas excepciones, tienen dueño y esa persona actúa como propietario de hacienda, otorgando algunas concesiones a ciertos aparceros regionales, que hacen lo que su voluntad determina, sin ningún cauce ideológico.
El partido liberal, que abandono su vocación de poder hace dos décadas y que cada cuatro, se plegaba al del gobierno de turno, atraviesa una honda crisis, la cual queda revelada tras la posición asumida por el Senador Luis Fernando Velasco Chaves, quien está planteando una gran convergencia en la que quepan verdes, del Polo, de la Colombia Humana, líderes sindicales, de víctimas y civiles, sin vetos. Velasco está convocando a los socialdemócratas a debatir no por las llaves del partido, sino hacia donde debe ser conducido. Avizoro un gran acuerdo político diseñado estratégicamente entre un grupo de congresistas liberales liderados por Luis Fernando Velazco, y el expresidente Cesar Gaviria Trujillo, para reconstruir la paquidérmica estructura partidaria liberal.
La aparente rebelión de los liberales que plantean la renovación del partido liberal a partir de la reformulación ideológica de los fundadores, no es nada más y menos, que la picada en punta en el deber ser de la política colombiana. Es el ejemplo para las demás organizaciones partidarias que tienen personería jurídica, sino quieren desaparecer, para que vuelvan por sus bases y dejen de ser simples fábricas de avales. Los partidos caudillistas, tienen cabida en momentos históricos coyunturales, pero no se perpetúan y eso está demostrado y probado a lo largo de la historia política de las naciones.
Los partidos políticos, deben crecer en democracia interna. Alguna vez cuando se discutió la ley de modernización de los partidos, propusimos durante su discusión en la comisión primera de la Cámara de Representantes, incorporar a la ley estatutaria de partidos, un articulado marco como contenido obligatorio en los estatutos de todos los partidos, de tal manera que la diferencia entre uno y otro, sea su centro o tanque de pensamiento y su visión ideológica. Hoy se diferencian por el número de victorias electorales, posterior a la feria de los avales.
Creo no equivocarme, pero lo del partido liberal no es el abrebocas a una crisis interna. Es la primera de una serie de acciones tácticas, ejecutadas al ritmo de los acontecimientos políticos y de coyuntura, para concluir en una gran convocatoria alrededor de una identidad ideológica que les permita adelantar todo un proceso de afiliación y fidelización para darle cuerpo a algo que está en el inconsciente de muchos ciudadanos, que dejaron de ver al partido como alternativa de representación en los órganos de poder. Los demás partidos, a sus marcas. La democratización interna es el camino hacia la modernidad política; las llaves que las maneje un funcionario del área administrativa, para que en lo político se reencarne a Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Antonio Nariño, Camilo Torres, Alfonso López Pumarejo, Laureano Gómez, Luis Carlos Galán Sarmiento, Jorge Eliécer Gaitán y otros, entre tantos líderes, que no conocieron tan siquiera el llavero de sus partidos.
Publicado: agosto 20 de 2020
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