En los últimos días hemos observado cómo los grupos armados organizados han perpetrado asesinatos colectivos en distintas áreas del país. Principalmente, han perpetrado sus actos de barbarie en zonas que comparten un elemento en común: alta presencia de cultivos y rentas ilícitas producto del narcotráfico.
Para explicar estos crímenes atroces se deben evaluar varios elementos, sin embargo, el Centro de Memoria Histórica ha sido claro en afirmar que los asesinatos colectivos han sido usados como una herramienta para infundir terror en las comunidades y dejar un mensaje claro de control territorial por parte de los actores criminales.
Estos asesinatos nos indignan, no sólo como nación, sino como individuos, y deberían ser un llamado a unirnos en torno a la lucha contra el terrorismo, el desmantelamiento de los grupos armados y la lucha frontal contra el narcotrafico. Sin embargo, vemos con tristeza cómo algunos usan a las víctimas para atacar al gobierno y buscar réditos políticos.
Es importante recordarle al país quienes presuntamente son los culpables y estarían detrás de estos crímenes atroces: la guerrilla del ELN (Samaniego), las disidencias de las FARC (Arauca), el Clan del golfo (Cali) y grupos narcoterroristas que han buscado amedrentar a Colombia e imponer su régimen de terror. La impunidad y el narcotráfico engendran más violencia y sufrimiento, son parteras de muerte y terror en los territorios.
Estos criminales apalancan su operación delictiva en el narcotráfico, actividad que no solo se convierte en un objetivo per se, sino en una herramienta de financiación en su guerra contra el Estado. Por esto la lucha contra el narcotráfico se convierte en la punta de lanza de nuestra política de seguridad y es una herramienta fundamental para la erradicación de estos estos delincuentes.
Lamentablemente hemos visto cómo el Estado ha ido perdiendo paulatinamente herramientas para combatir el cáncer que es el negocio de las drogas. Recordemos que en 2015 la Corte Constitucional emitió un fallo prohibiendo la fumigación aérea. Hace pocos días vimos cómo un juez prohibía la erradicación forzada en 3 municipios del Cauca, esto sumado a las ya constantes asonadas que sufre nuestro Ejército Nacional en su tarea por combatir los cultivos ilícitos.
Es momento que como país abramos la discusión y entreguemos al Estado, de nuevo, las herramientas necesarias para someter al narcotráfico y a la economía criminal que sustenta sus vejámenes. No podemos permitir que desde escritorios se veten territorios a nuestras fuerzas armadas, mientras nos condenan a vivir en un mar de coca, marihuana y homicidios múltiples.
La ruta para proteger a nuestros jóvenes, líderes sociales y ciudadanía en general, pasa por contar con los instrumentos afilados que permitan luchar de frente contra el narcotráfico, erradicar los cultivos ilícitos y permitir el retorno de nuestras fuerzas militares y el Estado a todos los rincones de nuestro país.
Publicado: agosto 24 de 2020
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