En buena hora se filtró la carta que a espaldas de la ciudad y del país el alcalde Daniel Quintero le escribió al embajador de Cuba, solicitándole formalmente “ayuda y solidaridad con una brigada médica para Medellín, con la capacidad de atender 600 Unidades de Cuidados Intensivos”, y en la que le asegura que la Alcaldía está dispuesta a brindarle “todos los recursos que sean necesarios para el traslado y estancia en la ciudad”, porque ya está claro en manos de quién está nuestra ciudad y los graves peligros a los que está abocada.
Arteramente el señor alcalde, asesorado, sin duda, por ese que quería que fuera su presidente, aprovechó la pandemia del Covid-19 y la inevitablemente llegada del “pico crítico” a la ciudad, para tratar de meternos, disfrazado de ayuda humanitaria, el famoso “ejército de las batas blancas”.
Esas brigadas de salud creadas hace décadas por Fidel Castro como plan político para infiltrar países y diseminar el comunismo, que hoy están denunciadas por Naciones Unidas y por Human Rigt Whatch, porque son abusadas por el régimen dictatorial que se lucra bárbaramente de ellas y se les considera como “una forma de esclavitud moderna”.
Misiones “humanitarias de salud” que, además, han sido gravemente cuestionadas por varios de los países donde han prestado recientemente sus servicios (Bolivia, Uruguay, Brasil y Ecuador), no solamente, por su pérfido adoctrinamiento político, sino también, por la mala calidad de sus servicios, la falta de idoneidad de muchos de sus miembros y el atraso en conocimiento de las nuevas tecnologías.
Vergonzosa la ignorancia del señor Daniel Quintero que desconocía que para solicitar ese tipo de delegaciones, cubanas o de cualquier otro país como Alemania, Francia o España, países a los que dice también haber solicitado dichas ayudas (debería mostrar esas cartas, si es que existen), el trámite le compete exclusivamente al Ministerio de Relaciones Exteriores. Tal como explicó el ministro de Salud, un requerimiento de esa naturaleza debe ser previamente articulado y formalizado utilizando los canales diplomáticos, en el marco de convenios de cooperación existentes.
Aquí no hay, entonces, “oposición a la vida” como manifiesta el señor Quintero. No. Hay oposición, a que haga las cosas a escondidas de la ciudad y de las autoridades competentes. Oposición, a que él le pida colaboración a un país donde no se respetan las libertades civiles de los ciudadanos y se les violan sistemáticamente sus derechos humanos. Oposición, a la “invasión silenciosa” de los adoctrinadores del socialismo vestidos de “bata blanca”. Y, oposición al irrespeto, al atropello pretendido en contra del cuerpo médico antioqueño, acreditado nacional e internacionalmente, como uno de los mejores en América.
En mala hora el vendedor de humo, el solapado que posa de “independiente” Daniel Quintero, se nos metió en la Alcaldía. ¡Ojo! Medellín peligra.
Tenemos que estar alertas ¡Estamos avisados!
P.S. ¿Por qué será que ciertos personajes de nuestra política, ideológicamente afines todos, cuando se les forma un escándalo grande por su mal proceder, siempre se enferman?
Publicado: agosto 1 de 2020
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