Los cuestionados Eduardo Montealegre y su amigo Jorge Fernando Perdomo reaparecen para anunciar una majadera denuncia contra el expresidente Uribe, señalándolo de ser el responsable -por omisión- de una masacre ocurrida en el departamento de Antioquia cuando él era gobernador.
Esa denuncia, a todas luces temeraria, pone en evidencia el talante perseguidor, revanchista y criminal de dos personas que durante más de 5 años tuvieron el control de la Fiscalía General de la Nación.
Si tienen pruebas contra Uribe, ¿por qué no adelantaron la investigación y la respectiva imputación de cargos -o llamamiento a indagatoria- en su contra, mientras estuvieron al frente de la Fiscalía? ¿Por qué no remitieron las supuestas evidencias a la Corte Suprema o a la Comisión de Acusaciones para efectos de que se adelantara la investigación?
Nadie puede llamarse a engaños. Si hay personas que están en mora de ponerle la cara a la justicia son ellos dos. El dúo criminal Montealegre-Perdomo, sujetos que saquearon con furia las arcas de la Fiscalía General de la Nación, repartiendo contratos a diestra y siniestra, sin rigor ni consideración ninguna.
La contratación durante los años en que la fiscalía estuvo bajo su control, parecía una vulgar fiesta de borrachos en la que los billetes caían como el confeti. Resultaron favorecidos los amantes del vicefiscal Perdomo, como el arquitecto español Manuel Sánchez-Vera y las amiguitas de Montealegre, como sucedió con la estafadora profesional Natalia Lizarazo García, quien utilizaba el nombre de trabajo “Natalia Springer Von Schwarzenberg”.
Igualmente, consejeros de Estado que votaron a favor de la extensión del periodo de Montealegre, resultaron favorecidos con multimillonarios contratos de prestación de servicios, por no hablar de los excesos como la creación de una universidad en la fiscalía, centro académico que nunca funcionó y por el que se perdieron más de $50 mil millones de pesos.
Montealegre y Perdomo, sujetos a los que en la Universidad Externado de Colombia califican como “limosneros académicos”, utilizaron a la Fiscalía para hacer negocios maravillosos, para rendirle culto a sus malogradas y acomplejadas personalidades y, por supuesto, para perseguir a opositores ideológicos suyos, prefabricar montajes y encubrir a sus clientes y aliados.
Ejemplo de la megalomanía de esos individuos fue la creación de unas absurdas “embajadas” de la Fiscalía en distintos países, lugares a los que fueron enviados los favoritos de Perdomo, quien previamente se encargaba de finiquitar esas designaciones en lugares íntimos, donde frecuentemente se reunía una “logia” conocida con el nombre de “Los Caballeros de la Rosa”.
En aras de la verdad y de la correcta administración de justicia, en vez de investigar al presidente Uribe por unos hechos de los que él es totalmente ajeno, debería avanzarse contra Montealegre y Perdomo, empezando por darle una mirada a sus patrimonios para efectos de determinar porqué aquellos crecieron exageradamente en los últimos años.
Publicado: agosto 25 de 2020
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