El Presupuesto General de la Nación (PGN) para el año 2021 es de 314 billones de pesos. 53 billones (17%) serán destinados a inversión, el 24% se utilizara para pagar la deuda y el 59% para gastos de funcionamiento que en su mayoría son para los salarios de más de 1,6 millones de colombianos que trabajan para el Estado.
A pesar del gran esfuerzo que está haciendo el gobierno para incrementar dicho presupuesto en un 13,5% con respecto al año anterior, mediante la enajenación de activos y el recorte del tamaño del Estado para hacer más inversión pública, vemos como menos de 1 de cada 5 pesos son reinvertidos en la sociedad colombiana.
A esto se le debe sumar la poca capacidad de deuda que tiene el país, las firmas calificadoras de riesgo ya han vaticinado una reducción de la calificación de riesgo en Colombia y con un endeudamiento que supera la mitad del PIB, no se ve un futuro muy alentador para apalancar la atención de la crisis mediante deuda en los mercados internacionales.
¿Entonces qué podemos hacer? Hay que tener una política fiscal expansiva, dedicada a los proyectos de infraestructura, empezando con las vías terciarias para las cuales el Gobierno tiene un presupuesto de 1,5 billones de pesos, mientras que se necesitan 7 para restaurar el 90% de las vías que están deterioradas y construir los miles de kilómetros que hacen falta. Vale la pena recordar que cada billón de pesos invertido en carreteras genera 28.000 empleos entre directos e indirectos.
Este es solo un ejemplo de los sectores en donde la inversión pública se va a quedar corta para reactivar la economía, como no se pueden cobrar más impuestos a las empresas que languidecen, el Banco de la República tendrá que tomar medidas más drásticas para irrigar recursos a la economía.
En Japón el secreto siempre ha sido gasto público intensivo + innovación y tecnología, en Colombia puede ser gasto público intensivo + minería sostenible + agroindustria + turismo (cuando acabe la crisis). Hoy me quiero centrar en el gasto público intensivo, mientras el promedio de países de la OCDE llega a 41% respecto a PIB encabezados por Francia y Finlandia con 56%, el gasto de Japón asciende a 37% y el de Estados Unidos a 35%, en Colombia es de apenas el 28%.
Por esta razón hay que darle celeridad a los grandes proyectos que son la respuesta contracíclica al choque de la demanda generado por la pandemia. Reactivar el proyecto de la navegación del río Magdalena, las obras ambiciosas del Distrito Capital como lo son el Metro, la ALO y los trenes del norte y el occidente con el apoyo de Cundinamarca, los acueductos y las Plantas de Tratamiento de Aguas residuales que faltan aún incluso en capitales de departamentos, los colegios, aeropuertos y vías, centros de transformación agroindustrial, estadios polideportivos y los hospitales que hagan falta.
Mejor dicho, es la hora de gastar y de gastar bien, de tener una política de Estado cuya meta sea el Desarrollo y la productividad, generando empleo y salvando empresas, ese debe ser nuestro mayor pacto sobre lo fundamental: el desarrollismo. Con las metas tímidas del Gobierno y entendiendo la fragilidad ocasionada por la crisis, las perspectivas no son muy alentadoras, creo que es momento de hacer una gran apuesta por el país, de la recuperación económica de esta crisis no solo va a depender el legado del Gobierno actual y del próximo sino el futuro de la generación venidera y del país como potencia regional.
Nota: El libro recomendado para esta semana es “No Hay Causa Perdida” de Álvaro Uribe Vélez. Con la injusticia que se avecina, es grato refrescar la memoria de su lucha por Colombia.
Publicado: agosto 7 de 2020