Si bien es verdad el 20 de julio se conmemora el grito de independencia que dio inicio a la gesta libertadora, fue el 7 de agosto donde esta culminó definitivamente después de nueve largos años de batallas, reconquistas, interinatos y luchas interminables con la corona española.
Un enorme sacrificio que realizó el Ejército libertador para hacer posible el nacimiento de una República libre e independiente. Por eso, en esta fecha se honra al glorioso Ejército Nacional, hijo de aquella causa revolucionaria y heredero de una gallardía que lejos de desvanecerse con el tiempo, se ha enarbolado para defender con ahínco por 201 años una legítima causa llamada Colombia.
Ya no se lucha frente a los excesos de poder, el virrey o los impuestos desproporcionados que sostenían la monarquía, sino contra el narcotráfico, el terrorismo y la extorsión. Las amenazas cambian y responden a las nuevas dinámicas de los años, pero la valerosidad de los soldados de la Patria permanece incólume en el firmamento.
Esta fecha, especial como pocas, es una ocasión inigualable que año tras año tenemos para agradecerles desde el fondo de nuestros corazones a cada uno de los cientos de miles de personas que han dedicado su vida a dejar en alto el nombre de la institución más querida por todos los colombianos.
De hecho, es tan significativo este día que fue la ocasión escogida por los padres de la Patria para llevar a cabo la transmisión de mando presidencial, quizás el acto más simbólico de solidez institucional que pueda existir en una democracia moderna y que representa un nuevo comienzo en el devenir del País.
Hoy, a dos años de la llegada a la Casa de Nariño de Iván Duque el panorama es alentador en medio de la dificultad. Durante este periodo se logró que la inversión extranjera y el PIB tuvieran el mayor crecimiento de los últimos 6 años, de la misma manera que se registró el más alto número de turistas en la historia y se detuvo el incremento de los cultivos ilícitos que desde 2014 habían aumentado sin control.
Lógicamente, la pandemia detuvo todos los buenos indicadores y disparó el desempleo a niveles nunca antes vistos. El desafío de afrontar una situación de esta naturaleza no la vivía el País desde hacía 100 años, cuando la gripe española desembarcó en territorio nacional.
Sin embargo, su administración está a mitad de camino y las decisiones que permitieron que Colombia se posicionara como un indiscutible eje de inversión en América Latina serán las mismas que allanarán el camino para materializar una sólida reactivación económica.
Habrá que lidiar con retos inmediatos como el incremento de la deuda y del déficit fiscal, pero sin lugar a dudas el terreno está fértil para que el Gobierno Duque afiance la confianza que el pueblo colombiano le otorgó durante el primer semestre de este año y responda con soluciones y no agresiones a sus legitimas preocupaciones.
Publicado: agosto 7 de 2020