De la historia de las grabaciones del cuestionado exjuez de Usiacurí, Andrés Rodríguez Caez con el senador Eduardo Pulgar y con el empresario David Name Terán, puede sacarse una rápida conclusión: el congresista es lo que en Barranquilla se conoce como un espantajopo.
Aquel es el adjetivo que se les adjudica a los tristemente célebres fantoches que se confieren a si mismos una importancia superior a sus propias limitaciones morales e intelectuales.
Al oír los fragmentos de las conversaciones del exjuez Rodríguez, habilidosamente promovidas y filtradas por el cuestionado Carlos Jaller Raad -miembro del temible clan Jaller, célebre por los saqueos y maniobras oscuras- se concluye que el senador Pulgar estaba tratando de montar un negocio para si mismo y mientras trataba de sobornar al juez Rodríguez Caez, se mostraba como un hombre íntegro que no se había dejado comprar por el exalcalde Alex Char, quien supuestamente le ofreció $5 mil millones de pesos para que votara por María Mercedes López cuando aquella aspiró a la Procuraduría General de la Nación.
El Procurador es elegido por el Senado con por lo menos la mitad de los votos de esa corporación, es decir, 53.
Las cuentas resultan exageradas. Pues si los promotores de López estuvieran comprando los votos para lograr su nominación como Procuradora, pagando $5 mil millones por cada uno de ellos, dicha elección habría costado más de un cuarto de billón de pesos.
El comentario de Pulgar es tan estrambótico que hasta los más fieros opositores de los Char en el Atlántico, no le han dado crédito a sus palabras.
El asunto no pasaría de ser anecdótico si el interlocutor del senador no fuera un juez de la República que algunos han querido mostrar como una suerte de súper héroe que no se dejó corromper.
Pero al mirar la situación con un mínimo de ponderación y serenidad, surgen dudas que deben ser esclarecidas, no por la prensa, sino por la justicia y los organismos de control. ¿Por qué Andrés Rodríguez Caez no denunció inmediatamente al Senador? El exjuez de la República, que en el momento de los hechos era un servidor público, estaba en la obligación de elevar una denuncia formal por lo que oyó en la malhadada conversación con el parlamentario Pulgar. Se ha querido desviar la atención al decir que él le “mostró” la grabación a un fiscal. Pero aquello no es una denuncia formal.
Tanto la propuesta de las “doscientas barras” como el ofrecimiento de los $5 mil millones que Char supuestamente le hizo a Pulgar, debieron ser automáticamente denunciados, cosa que no ocurrió, tal y como pudo confirmar este portal. En la diligencia del pasado 15 de julio ante un magistrado de la sala de instrucción de la corte suprema de justicia, Rodríguez confesó que no presentó las denuncias.
Carlos Jaller, jefe del «Clan Jaller»
Otro elemento que debe ser investigado es el de las reuniones que Rodríguez Caez sostenía por fuera de su juzgado. ¿Con qué propósito iba al apartamento del senador Pulgar y a la oficina del empresario David Name? ¿Por qué grababa las conversaciones que sostenía sin hacer las denuncias formales, tal y como era su deber? ¿Por qué esos audios terminaron en poder de nadie menos que el señor Carlos Jaller Raad? Ahora que Rodríguez dejó de ser juez, en vez de regresar al Huila, departamento del que es oriundo, prefirió quedarse en Barranquilla -ciudad en la que se moviliza en un costoso vehículo blindado- asistiendo al clan Jaller.
Es evidente que Eduardo Pulgar -a quien ya empiezan a llamar “el Ñeñe barranquillero”- tendrá que responderle a la justicia, pero también deberá hacerlo el exjuez Rodríguez. Y mientras tanto, el cuestionado Carlos Jaller seguramente seguirá en su campaña de desprestigio contra dos de las familias más poderosas del Caribe colombiano: los Char y los Name.
Publicado: julio 21 de 2020
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