‘Iván Márquez’ debería ocupar hoy una de las 108 curules del Senado de la República de Colombia.
Él mismo como jefe indiscutido de las Farc y Juan Manuel Santos como presidente de Colombia -en ese orden de jerarquía según su respectiva voluntad de poder-, firmaron un acuerdo que establecía una suerte de cogobierno Farc-Santos. El acuerdo reconocía a Márquez el derecho a contar con sendas bancadas permanentes mínimas en senado y cámara, hubiese o no la votación que se requiere.
Por eso a pesar de obtener una ridícula votación en 2018, ‘Márquez’ fue elegido senador en compañía de los señores Julián Gallo y Pablo Catatumbo y las señoras Victoria Sandino y Griselda Lobo.
Circunstancias relativas al ejercicio de su peculiar gobierno de los asuntos de las Farc frustraron la posesión del senador ‘Márquez’ el 20 de julio de 2018: autoridades policivas y judiciales “enemigas de la paz” estaban indagando en USA, México y Colombia sobre negocios de narcotráfico de ‘Márquez’ y ‘Santrich’ (representante a la cámara por obra del malhadado acuerdo) con el Cártel de Sinaloa. Sí. Lo querían capturar.
Márquez no concurrió a la posesión el 20 de julio; la Secretaría lo esperó los diez días que manda la Constitución y como nunca llegó, posesionó al comandante ‘Biojó’ quien ahora responde a lista cuando el secretario del senado pronuncia el apelativo “Israel Zúñiga”.
Hoy ‘Biojó’ o Israel Zúñiga ocupa por voluntad de Juan Manuel Santos e ‘Iván Márquez’ la curul que correspondería a ‘Márquez’ en el senado.
No se cuanto sepa ‘Biojó’ o el senador Zúñiga sobre derechos fundamentales consagrados en la Carta y su garantía a través de la acción de tutela. Pero á fé que me tienen deslumbrado él y sus cuatro compañeros de bancada, sumados a Petro, Iván Cepeda y algunos otros senadores despistados o dispuestos al juego “antiimperialista” de las Farc. Me refiero a su por ahora exitosa jugada en el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, que ordenó la salida de 58 soldados americanos que cooperan tecnológicamente con Colombia en la lucha antidrogas.
Les cuento sucintamente la novedad, incluidos algunos antecedentes.
Desde la Séptima conferencia (1982) las Farc manejan el narcotráfico como un asunto estratégico. En el escenario geopolítico, atendiendo los intereses de la desaparecida URSS, su nido fundacional, o las instrucciones del departamento que en Cuba manejó el inefable y mítico comandante “Barbaroja”; o, sobre todo, en el escenario financiero.
Hay constancias históricas de que en la primera década de este siglo, el gobierno socialista de Venezuela se involucró en la operación de drogas de las Farc. Es el origen de la investigación conocida como el “Cartel de los soles” -por el componente militar venezolano-. Los carteles compartimentan funciones: siembra, laboratorios, exportación, comercialización, lavado de dinero, en fin… Márquez sería el jefe de la producción de coca de todo ese conglomerado de mafiosos.
Si alguno cree que es imaginería novelesca, le recuerdo que hay decenas de funcionarios del gobierno de Venezuela y de ex integrantes de las FARC colaborando con la justicia americana. Por eso esa justicia ha emitido carteles en los que se ofrecen millones de dólares por algunas capturas. Una, por ejemplo, la del presidente de Venezuela. Otra, la de ‘Márquez’, “siempre bienvenido a Venezuela”, según palabras de Maduro.
Las Farc han defendido el “libre desarrollo de la narcotraficalidad” como la esencia de su existencia. Y esa existencia pasa por mantener alejada la cooperación norteamericana. Los americanos son a los traficantes lo que los espejos y las estacas a los vampiros.
El Plan Colombia (Pastrana – Clinton, 1999) es el mejor momento de la cooperación. Con un limitante: sectores de la izquierda de ambos países lograron introducir la excepción del uso del apoyo aéreo al “conflicto armado”. Uribe (2002 – 2010) logró que Bush aceptase que la lucha contra las drogas y contra las Farc y el Eln eran una misma lucha. Fue el mayor triunfo táctico de Uribe, único gobernante capaz de derrotar a las Farc.
Las Farc no han sido mochas ni cojas en la lucha jurídica. En 2009 lograron que la Corte Constitucional parara un acuerdo de cooperación tecnológica y financiera de los americanos a siete bases militares colombianas, asunto que luego abandonó Juan Manuel Santos. Nadie sabría calcular el daño que hizo a Colombia ese episodio ‘jurídico’ protagonizado por la Corte, un Colectivo de abogados y Santos. Luego vino la prohibición de la fumigación y el acuerdo para que las Farc y Santos enfrentaran conjuntamente (¡¿?!) el problema. La siembra se disparó y ‘Márquez’ volvió a gobernar un imperio de más de 200 mil hectáreas.
Ahora todos a una intentan evitar que 52 expertos americanos cooperen. Los senadores demandantes llaman a eso “tránsito de tropas” por territorio colombiano. Las Farc acaban de ganar otro round, hay que reconocerlo…
Publicado: julio 6 de 2020
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