Partiendo de la falsa premisa de que Iván Duque compró las elecciones que lo llevaron al poder en 2018, el jefe de la extrema izquierda Gustavo Petro ha llamado al desconocimiento del presidente de la República proponiendo una “desobediencia civil”.
Eso es, en la práctica, un golpe de Estado, pues ninguna autoridad ni norma faculta a Petro para convocar a la ciudadanía con el fin de que ésta desconozca los mandatos de quien ejerce la primera magistratura de la nación.
Dice Petro que el doctor Duque ganó las elecciones a través de un fraude que, según él, fue avalado por la Registraduría. No ha presentado una sola prueba que confirme esa muy grave aseveración que se soporta únicamente en las interceptaciones al cuestionado Ñeñe Hernández.
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Amparado en la impunidad que encubre todos sus actos -la justicia no se ha tomado la molestia de llamarlo para que explique el vergonzoso video en el que aparece recibiendo grandes fajos de dinero en efectivo-, Petro incendia al Estado de Derecho al sugerir un desconocimiento de las decisiones del gobierno nacional.
Ha dicho que los ciudadanos deben dejar de pagar los servicios públicos e incumplir decisiones como el retorno a los colegios previsto para el mes de agosto.
Cuando todos los países gradualmente retornan a la normalidad y se reactiva la economía y las labores educativas y laborales, la extrema izquierda colombiana, que le apuesta al empobrecimiento irremediable de nuestra nación, manipula la crisis para sacar provecho político, incentivando el caos y la confusión.
Dice Petro que la pandemia obliga a que se salven vidas y, para ello, propone el encierro total que, por supuesto traería como consecuencia la quiebra de más empresas, el aumento del desempleo y la depresión social.
El objetivo de Petro es el de conducir al país a la miseria para ambientar una campaña política populista, ofreciendo toda suerte de alivios fantasiosos como la condonación de deudas, rentas fijas básicas, supresión de pagos de matrículas educativas y demás.
Promesas que evidentemente no podrán cumplirse, pero que son miel para los oídos de quienes por cuenta de la plaga lo han perdido todo. Petro incendia para luego presentarse como el salvador de los damnificados.
Llama la atención el silencio del gobierno. Las incitaciones de Petro a la desobediencia civil no son asunto de menor cuantía. Sus palabras de odio le causan grave daño al país y sorprende que la ministra del Interior no haya salido rápidamente a confrontar al jefe de la oposición. Es deber de la doctora Alicia Arango -tan resistente a cualquier crítica o comentario que no se ajuste a sus creencias o posiciones- encarar a Petro, desmentirlo y exigir que le ponga límites a su oposición ciega que está destrozando los cimientos de nuestra democracia.
El llamado a la desobediencia civil de Petro es, además, abiertamente ilegal. Nadie puede desconocer la legitimidad del presidente de la República y mucho menos justificar ese desconocimiento en un diálogo folklórico entre dos fantoches como efectivamente son la señora María Claudia Daza y el desaparecido ÑeñeHernández.
No hay prueba judicial que indique siquiera de forma tangencial que la campaña de Duque, quien ganó por más de 2.4 millones de votos, haya incurrido en irregularidades ni en la compra de votos, como asevera irresponsablemente la extrema izquierda de Colombia.
Las vocinglerías de Daza y Hernández son eso: las palabras de lo que en política se conoce como lagartos, tratando de fingir lo que no son para mostrarse como dirigentes de singularísimo coturno. Que la justicia avance y determine si la Daza y Hernández recogieron el dinero del que hablan, que se investigue el patrimonio de ambos y se individualice las responsabilidades a que haya lugar. Hernández no podrá defenderse, pero sí lo puede hacer la tristemente célebre Cayita Daza. Y si cometió algún delito, que sea imputada ante un juez que indefectiblemente deberá condenarla a la pena que corresponda.
Pero aquello, que es un posible delito cometido por dos fanfarrones, no puede seguir sirviendo de razón para que Gustavo Petro demuela a la democracia colombiana.
Publicado: julio 7 de 2020
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