De los milagros fascinantes de la naturaleza es la forma cómo nacen las aves. Después de los 21 días dentro del huevo, el pollito comienza a picar la cáscara. Esta actividad impulsada por la concentración de dióxido de carbono. Desmenuzando esta cáscara, uniforme de protección durante su proceso de formación, empieza el despegue. Su pico laborioso -incansable trabajador- hace la gruta que lo lleva al exterior. Esto se conoce como eclosión.
La Universidad de Córdoba fue fundada en Montería en 1962 por un grupo de cordobeses que nos inspiran. Con la perseverancia que da la ilusión, encendió la antorcha en 1964. Salta en 1970 al carácter nacional y el año pasado, mediante la resolución 2956 del Ministerio de Educación Nacional, recibe la acreditación institucional de alta calidad. Hoy tiene 17 mil estudiantes,1000 profesores y 700 administrativos. Esta ecuación está incompleta: faltan mas docentes.
La trascendencia de las instituciones se consigue cuando salen del cascarón. Mediante acciones se proyectan al entorno y se convierten en los protagonistas de la responsabilidad social que les corresponde. De nada sirve el engavetamiento enciclopédico y el autismo investigativo si no son respuestas a necesidades sentidas de la comunidad que lo rodean. No siento su latir vital y su pulso no palpita si no salen del cascarón y se expresan. Algunas les da miedo los coscorrones.
A la Universidad de Córdoba le profeso genuino respeto y el afecto -atrevido- me ha llevado a ser uno de sus egresados. Quiero a las instituciones que son transparentes y resisten los análisis. Su labor misional está por encima de intereses mezquinos y la vanidad quedo afuera de sus claustros. Esencia de Alma Mater: lactancia de soluciones, humildad en resultados y caligrafía moral en su actuar.
No necesito exhaustiva búsqueda para subrayar su comportamiento en la pandemia. Su laboratorio de rápida ejecución con altísima calidad en los protocolos sanitarios y exámenes de laboratorio de verificación. En el centralismo descalificador, muestro con orgullo sus imágenes. Su consolidación financiera, transparencia administrativa y dando ejemplo de pulcritud a este departamento arrodillado que, hasta sus entes privados, delegatorios de funciones públicas, tienen olor a descompuesto.
No obstante la contaminación, nuestra universidad tiene ganas de crecimiento y de expansión: fumigar con educación el oscurantismo de la inequidad. Este es un imperativo social y Córdoba no puede permanecer en estos aplazamientos. Los centros de pensamientos municipales, qué gran idea, regionalizan la educación bajo los mismos parámetros de homogenización. Darles la oportunidad a nuestros estudiantes de veredas y municipios: encontrar la instrucción superior con calidad, a la vuelta de la esquina. La virtualidad llegó para quedarse, transmite conocimiento. Nunca reemplazará al Maestro, enseña competencia. Son herramientas pedagógicas indisolubles y hay que utilizarlas.
Sus sesudas propuestas para combatir la deserción atados a los planes de gratuidad para que los universitarios de estratos 1 y 2 no abandonen su semestre, son logros que ha llevado a nuestra institución regional al púlpito del liderazgo nacional. Los procesos institucionales y sus tiempos tienen unos reglamentos, pero nunca en ellos está contemplado cambiar la exitosa carta de navegación.
Publicado: julio 9 de 2020