A ver. La “renta básica universal” es la nueva consigna de los enemigos del comercio. Llamo así a los comunistas, porque don Antonio Escohotado tituló su erudita enciclopedia sobre las ideas comunistas: “Los enemigos del comercio”.
El comunismo es antes que nada una doctrina que cree que puede haber una “organización general consciente” (no es definición mía, es de Trotsky) que reemplace al mercado, a la “mano invisible del mercado”.
Vamos despacio que yo se que son ideas abstrusas.
En el capitalismo, según descubrió don Adam Smith, los ricos son conducidos por una “mano invisible” a promover el interés de la sociedad. Sin saberlo, el empresario busca su propio beneficio, pero una mano invisible lo conduce a promover el beneficio de todos. Al perseguir su propio interés fomentará el de la sociedad mucho más eficazmente que si lo hiciera por vocación filantrópica.
Los liberales parten del hecho cierto de que el mercado realiza en la sociedad la distribución de las cosas necesarias para la vida. Los comunistas, en cambio, definen el comercio como un robo y a los empresarios como “alimañas capitalistas”.
No se trata de un debate escolástico que solamente afecte al papel. Convencidos de la necesidad de quitarle a la humanidad el peso de las ‘alimañas’, Lenin y Trotsky dedicaron su esfuerzo de los primeros años de la revolución comunista rusa a -literalmente- matar a la plaga de los capitalistas. Entre documentos desclasificados (1991) del archivo del Comisariado de Guerra ruso (1920) se encontró esta perla escrita por un tal Skliansky: “estrangularemos con nuestras manos a la burguesía, el clero y los terratenientes, y habrá una recompensa de 100 mil rublos por cada ejecutado”.
El comunismo (la nueva sociedad), se construye sin los capitalistas, a los que hay que hacer desaparecer físicamente. Para los capitalistas, la única oferta programática de las revoluciones marxistas es el paredón, la cárcel, la humillación o el exilio.
He ahí el porqué toda revolución comunista termina en la locura que es la Venezuela de hoy. Sociedades en donde no hay quien opere el aparato productivo ni desde el capital ni desde el trabajo.
Chávez y sus herederos son comunistas, odian el comercio y la idea del lucro (distinto a cuando sea apropiación corrupta). Llevan veintidós años construyendo una “organización general consciente” que reemplace a los industriales, comerciantes, banqueros, operadores de bolsa, rentistas y demás “parásitos” representantes del mercado.
Y han avanzado. Ya no tienen a esos capitalistas ni a sus plantas de producción ni a sus almacenes. No existe el comercio. Como en Cuba, como en Corea del Norte, como en Nicaragua, en Venezuela la “organización general consciente” tiene libretas de racionamiento y reparte cajitas de mercado (se admiten anomalías capitalistas como Saad, pero eso merece capítulo aparte), se ha suprimido el asfixiante sistema de cuentas mensuales de servicios públicos (agua, energía, gas) y los padres no tienen que preocuparse por la matrícula semestral de la universidad de sus hijos. Ah, también las casas y la gasolina son gratis. Ya tienen la “renta básica universal socialista”, aunque a decir verdad no tengan nada.
Ahora. ¿Qué predican los Socialistas Siglo XXI para los países capitalistas, mientras arriba su redentora revolución, mientras ellos triunfan? La renta básica universal en el capitalismo. Así como suena.
Los regímenes capitalistas tienen que garantizar a todos el bienestar, cosa que no puede depender de tener un trabajo. De hecho, lo que deben reivindicar hoy los ciudadanos, predican los ‘progres’, no es el derecho a trabajar sino el derecho a devengar una renta básica.
Hoy, dicen los nuevos profetas, hay renta social disponible suficiente como para que una buena parte de las sociedades estén “desmercantilizadas”. Nadie debe depender de si se tiene o no dinero, sino que hay un derecho natural a tener lo necesario, vía “renta básica universal”. Renta que tendrá que proveer el Estado. ¿Y de dónde?, se preguntarán ustedes.
De la plata de los ricos. Que la saquen los ricos de sus alforjas. Esa es la respuesta.
Mientras haya un régimen capitalista, dicen los socialistas Siglo XXI, que los ricos aporten vía impuestos: al patrimonio, a la renta y cuando se mueran, que pase todo al Estado vía impuesto sucesoral. Más luego, cuando se entroniza el paraíso socialista, ya bastará un simple y sonoro ¡exprópiese!
Sí. Los socialistas y sus ideas son la ruina. Bien sea que gobiernen o que sean oposición.
Publicado: junio 30 de 2020
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