No hay palabras suficientes para describir el padecimiento que le han generado al País los cultivos de coca. A pesar de haberlos disminuido a 48.000 hectáreas en 2012, estos se dispararon desenfrenadamente hasta llegar a 171.000 en 2017. Afortunadamente, el último informe de la ONU demuestra que la curva de crecimiento de las plantaciones se quebró y ahora tiene una tendencia sostenida a la baja. Por fin, se empieza a ver la luz al final del túnel.
En efecto, anualmente la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito realiza una medición del comportamiento de los cultivos ilícitos en el País. Esta, cabe resaltar, fue una iniciativa que el hoy Ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, lideró cuando fungió como Embajador de Colombia ante la ONU en Viena.
La razón, es muy sencilla. La lucha contra las drogas es un problema mundial y requiere de toda la cooperación internacional posible para lograr resultados eficaces. De nada sirve que en Colombia se combata la producción si no hay articulación para disminuir el consumo y controlar los precursores químicos.
En este contexto, uno de los instrumentos que son vitales para tal fin es el seguimiento al aumento o al decrecimiento del número de hectáreas sembradas, a partir del cual, y de manera totalmente independiente a los gobiernos de turno, se logra establecer la eficiencia de las medidas adoptadas para combatir este flagelo.
Pues bien, el informe del año 2019 evidencia que en el País se logró disminuir un 9% los cultivos ilícitos en relación al 2018, lo cual se traduce en una reducción de 15.000 hectáreas. Un aspecto para nada menor si se tiene en cuenta que, por ejemplo, de 2015 a 2016 el aumento de estas plantaciones fue de 50.000 hectáreas.
Ahora bien, por supuesto que este número no significa que la victoria está ganada. Eso está claro. Sin embargo, evidencia un significativo avance si se tiene en cuenta que no ha sido posible la vuelta de la fumigación aérea debido a los extensos trámites que estableció hace unos años la Corte Constitucional.
En efecto, el Gobierno ha tenido que marchar cuesta arriba para combatir uno de los principales flagelos que afectan a este País. La erradicación manual es lenta y pone en riesgo a nuestros soldados, pero es la única herramienta viable por el momento.
Por eso, además de celebrar que se quebró la dañina tendencia de crecimiento de las plantaciones el Gobierno debe encausar todos los esfuerzos a reactivar lo antes posible la fumigación aérea. Si de manera manual se lograron reducir en un 9% los cultivos, con el glifosato, y prácticamente solamente con él, será viable cumplir la meta planteada de recortar para 2022 en un 50% las hectáreas de coca sembradas.
Publicado: junio 19 d 2020
5
4
4.5